El origen de la crisis financiera actual es el consumismo. El detonante fueron el crédito injustificado dado por las empresas Freddie Mac y Fannie Mae al respaldar préstamos hipotecarios a personas con bajos ingresos instados por el gobierno de turno hace algunos años. Fue una actuación política. Se dieron préstamos hipotecarios aunque las personas no calificaran. Consecuentemente, los bancos, compañías aseguradoras, corredores de bolsa y empresas de automóviles tuvieron que competir con el crédito malo, promovido por el propio Estado estadounidense, haciendo apuestas aun más malas.
En Panamá, los préstamos hipotecarios de la Caja de Ahorros, el Banco Hipotecario y el Banco Nacional deben manejarse lejos de la política y contar con la vigilancia de una nueva Autoridad del Sector Financiero. (Los préstamos que contrata el Ejecutivo, vigilados por la Asamblea Nacional y la sociedad civil).
No hay ya en Panamá, ni en muchas partes del mundo, limitaciones a la actividad bancaria hipotecaria. Los bancos de capital panameño, especialmente los que fueron hipotecarios, son los mejores y más prósperos, porque mantuvieron prudencia. Hoy se han eliminado las limitaciones que existían para los bancos hipotecarios. Pero la supervisión financiera estatal efectiva solo alcanza a la banca. La consecuencia ha sido que los mercados se han unido e interrelacionado sin supervisión alguna. De allí que una supervisión integral y unificada sea tan necesaria. De existir, quizás podríamos evitar lo que sucedió en Estados Unidos con las dos instituciones mencionadas. La libre competencia debe ser tutelada.
Hoy el consumismo es considerado un valor, cuando en realidad es un antivalor. El valor es el ahorro. Y los sistemas educativos han permitido que se pierda éste y que devenga en el antivalor. El daño cultural es tan profundo, que los bancos que antes promovían el ahorro, ahora promueven “la banca de consumo”. En otras palabras: le presto plata, para que se la consuma, y, luego, tenga que pagarme el capital y los intereses, quedándole a usted nada, y, encima, la deuda. Eso es lo que ha permitido el crédito excesivo en Occidente. Ahora y antes, detrás de la cortina de hierro, para beneficio de los bellacos en Occidente; para beneficio del partido, en los segundos. Ni el capitalismo ni el socialismo han existido verdaderamente. Lo que ha existido son estados interventores, en mayor o menor medida. Y siempre ha sido así. La ideología es el ropaje.
“Publicidad difundida y observada en los medios masivos de comunicación fomenta conductas y valores consumistas,” leí en estos días. Las publicitarias inflan: la selección panameña de fútbol (sentimiento nacionalista), Latin American Idol u otros reality show (sentimientos sociales) y la apariencia personal (sentimientos egocentristas) constituyéndolos en valores. Pero si la educación nacional impulsara el valor del ahorro con el mismo ímpetu, el consumismo sería desenmascarado.
