BALANCE.

Torrijos consolida su estilo de gobierno

El inicio del nuevo año marca la mitad del plazo constitucional del gobierno del presidente Martín Torrijos. Un balance de lo actuado demuestra que el mandatario no ha tomado el tiempo a la ligera y que a lo largo de los primeros 27 meses de gobierno, que empalman con la llegada del 2007, ha consolidado un estilo que apuesta a resultados. Torrijos ha dejado el pasado en manos de lajusticia, porque el deber de su gobierno es el futuro del país y de los panameños.

La fortaleza de un gobierno no está en la agresividad sino en el convencimiento. Por eso Torrijos ha consolidado un estilo que no está fundamentado en el temor, la amenaza o el subsidio, sino en el respeto, la convicción y la admiración. Su gobierno está sintonizado con las distintas esferas sociales del país y se ocupa de las relaciones de poder que inciden en la conducción general de la sociedad. Torrijos ha desarrollado su capacidad, su método, sin prepotencia, sin abusar de la imagen presidencial, sin excesos de reverencias, con consenso, con mesura, con principios de humanismo y ética política. No toma decisiones en el instante, sino luego de un proceso racional de consultas. Comprende que el tiempo de los caudillos no es receta saludable para el país.

En el gobierno de Torrijos se distingue una dimensión ideológica y una instrumental. La dimensión ideológica comprende las propuestas, el debate, las opciones, visiones y proyectos que se quieren para el país. Es posible que para la mayoría de los panameños las utopías progresivas resulten intangibles, pero para Torrijos representan la fuente de energía ideológica que cohesiona su proyecto político. La dimensión instrumental consiste en la representación de los intereses colectivos y en dar respuesta a las demandas del conjunto de la sociedad.

Lo ideológico y lo instrumental apuntan a estructurar proyectos que identifiquen a la nación consigo misma por encima de diferencias de ideas, de intereses particulares, de legítimas discrepancias.

El objetivo es que Panamá que es un país en desarrollo, se desarrolle; que no es competitivo, que compita en la economía global; que busque su espacio para crecer, generar riqueza y redistribuirla. La dinámica de la sociedad panameña puede inclinarse por el pragmatismo clientelar.

Pero ese comportamiento es un llamado para acompañar a Torrijos en la tarea de revitalizar las fuentes de energía programática para hacer germinar un nuevo patriotismo capaz de mantener el rumbo de crecimiento, la construcción de estructuras incluyentes y reducir las inequidades que ofenden el alma nacional.

El floreciente año pasado en materia económica, con el Canal como eje del desarrollo, representa el referente para mantener la dinámica de crecimiento capaz de disminuir el desempleo, reducir la pobreza, incentivar la inversión productiva y garantizar la certidumbre y confianza en la previsibilidad del país por parte de los agentes económicos locales e internacionales. Torrijos ha fortalecido el Estado haciéndolo más ético e incrementando los mecanismos de control ciudadano y rendición de cuentas.

Aunque todavía subsisten resabios, ha ido desmontando la república de la intransigencia. Ha ido desactivando los conflictos políticos, que solo dañan a la gente que menos tiene, porque reconoce que no es con sectarismos, visiones parciales o ambiciones personales, que solo buscan rédito político, como se abonará el proyecto superador que Panamá demanda para consolidar su desarrollo integral como nación.

A Torrijos no se le puede achacar responsabilidad por los eventos adversos registrados en la primera mitad de su gobierno. Los déficits que escondía el sistema heredado afloraron por todas partes. Atender cada efecto desde sus causas originales, no ha reducido sus márgenes de acción, ni generado parálisis, ni hecho retroceder los grandes trazos de su programa de gobierno.

Torrijos ha proyectado a Panamá ante la comunidad internacional como país serio y respetable que se ha granjeado la simpatía de los gobiernos del continente y del mundo. Está logrando que los panameños recuperen y reconquisten su identidad nacional; que Panamá sea admirado por los visitantes y sea motivo de orgullo para sus habitantes. El gobierno de Torrijos ha motivado a los panameños a descubrir la dimensión mítica y poética del país, a considerarse parte de su identidad simbólica, profunda y legendaria. Eso lo está logrando al plantear que ha llegado la hora de Panamá. La hora de construir un sueño común, en el que se respeten las diferencias y se abra el país hacia una arquitectura que convoque a todos los panameños.


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