En junio del año 2016, la Universidad de Panamá (UP) escogerá, mediante un ejercicio electoral, a las principales autoridades que habrán de regir su destino por los próximos cinco años.
Este evento solo es comparado, en su importancia, con el de las elecciones generales para elegir al Presidente de la República. Ambas se verifican en todo el espacio geográfico nacional, por lo que el país le presta la debida importancia. El radio de acción es de amplio espectro, de manera que los resultados tienen un efecto en toda la sociedad.
En el caso que nos ocupa, el rector que resulte favorecido por el voto de los universitarios lo será del campus y de todos los centros regionales y extensiones docentes. Siendo así las cosas, importa por demás la forma como se va construyendo el escenario para ese evento eleccionario y las propuestas que han de surgir como ofertas electorales.
Para los centros regionales y extensiones docentes, esto cobra un interés mayúsculo, puesto que con un peso importante en todo el sistema universitario (aunque jamás ha emergido de ellos un candidato a rector) deben tener un papel de relevancia en las elecciones. La efectiva inclusión en las formulaciones de los aspirantes debe superar el discurso electoral para hacer, en la realidad, centros de estudios superiores regionales, con niveles de verdadera autonomía y capacidad para direccionar e influenciar en el desarrollo local. Desde luego, las venideras elecciones universitarias proponen un espacio interesante para el debate respecto de la universidad regional y su impronta en la localidad, en momentos en que el conocimiento y la tecnología constituyen elementos eficientes del desarrollo social.
Distantes del centro, se reproduce –en las regiones– un “eco informe” sobre el escenario electoral que se asoma. Por un lado, pareciera que ha de surgir un candidato de las filas del actual gobierno universitario, producto de “un ejercicio de participación selectiva, principalmente de autoridades”. Además, se presentaría otro, con anterior participación en las elecciones para rector, sin dejar de tener presente la posibilidad de los candidatos que pudieran llamarse “independientes”.
Todo esto conduce a las elucubraciones sobre las coyunturales alianzas, que algunos afirman serán necesarias, para enfrentar las “bendiciones” que le puedan dar al candidato que pudiera llamarse “oficialista” y su vinculación, o no, con el poder político gubernamental.
En todo esto, aparece el rumor respecto de los gremios docentes, sobre todo, el de la Asociación de Profesores de la Universidad de Panamá, y su papel en las elecciones. Es decir, sobre la posibilidad de mantener una posición moderada y sin parcialidad que permita la amplitud del docente para ejercer el voto.
Quedaría aún por conocer la posición del sector estudiantil, altamente compleja, y de los trabajadores, que si bien han apoyado al actual gobierno universitario, está por ver qué haría si se trata de un candidato que no sea el actual rector.
