ÉTICA Y RELIGIÓN

Vivir sin Dios

Mi ateísmo ha sido receptor de múltiples ofensas y amenazas, proferidas por pusilánimes escudados tras seudónimos. Ocasionalmente, recibo agravios con firmas auténticas. Mi familia no se ha librado del salpique. Mis detractores ya agotaron todo su léxico soez para injuriarme.

Nuestra sociedad es inmadura, hipócrita, intolerante y supersticiosa. No estoy sólo en la lucha por derrumbar ataduras doctrinarias y mercantilismos de fe. Varios escritores han removido el alcanfor de sus dígitos para sumarse a una causa destinada a forjar panameños libres y reflexivos, más afines a filosofía y ciencia.

La última crítica fue hilarante en forma y fondo. Que tengo una pluma deshumanizada. Cambiaré mi bolígrafo. Que estoy en contra de los valores que hay que enseñar a la juventud. Desconozco a cuales me opongo. A mis hijos, inculco evitar mentiras, dobles–discursos, “juega–vivos” y vulgaridades, no robar ni matar, ser solidarios con el prójimo, ceder asiento a ancianos y embarazadas, no tirar basura a la calle, dar sin esperar recibir, estudiar y obtener buenas calificaciones, escalar sin afectar a terceros, practicar deportes y no aferrarse a dogmatismos. Que ética y moral son sinónimos. Flagrante pifia.

La moral es el conjunto de costumbres que han sido elevadas a nivel de normas para proporcionar un marco regulativo a la colectividad. El concepto de moralidad varía en tiempo y espacio.

En épocas pretéritas, el sacrificio de seres humanos, la poligamia y el machismo eran situaciones aceptables. Algunas etnias ancestrales eliminaban a niños malformados por tradición. En África, la mutilación del clítoris es todavía un ritual cotidiano.

La moral surge por imposición de un clan social a otro. Este grupo, al tener una posición de mayor fuerza política, religiosa o ideológica, impone sus proyectos de vida a los demás. Así, el “buen hombre” sigue las directrices establecidas sin cuestionarlas y se doblega a reglas absolutas emanadas de gobiernos, religiones o clubes. El individuo moral es un ente adoctrinado que reprime su capacidad de cuestionamiento y libre deliberación, permitiendo que su mente sea secuestrada por mandatos externos.

La ética es la rama de la filosofía que estudia la moral desde una perspectiva humana, honrando autonomía, beneficencia, equidad, solidaridad, respeto a minorías e igualdad de género.

La ética acontece cuando la persona ejerce la capacidad de pensar, de detenerse antes de actuar y de preguntarse el porqué debe seguir una determinada corriente. Esta mediación reflexiva entre el individuo y la norma, canalizada a través del pensamiento crítico, da origen a la ética.

La ética implica meditación, interiorización y valentía para la autenticidad. La moral exige cumplimiento, la ética cuestionamiento. Si se quiere ser ético, hay que estar a veces dispuesto a ser inmoral. La moral requiere seguidores, la ética, individuoslibres. La libertad es la esencia de la ética, la sumisión de la moral.

Ética y religión tampocotransitan similares senderos.

Dice Savater que “la ética se distingue de la religión en su objetivo (la primera quiere una vida mejor y la segunda, algo mejor que la vida) y en su método (la primera se basa en la razón y la experiencia, la segunda en la revelación y la fe). La ética es cosa de todos, la religión de fieles.

El creyente tiene preocupaciones éticas pero no toda persona con preocupaciones éticas es creyente. El incrédulo sigue principios propios, no espera premio eterno por ejercer una conducta ética; el creyente obedece para complacer dogmas divinos y recibir beneficios celestiales.

La ética y la religión sirven para ejemplificar la diferencia entre principios racionales que todos podemos comprender, compartir o debatir frente a doctrinas respetables pero cuyo misterio indemostrable no todos aceptamos como válido”.

La humanidad debe tomar conciencia de los efectos terroríficos que produce la religión en la vida contemporánea. Hitchens, en su obra The Portable Atheist, apela al uso de la razón y a la necesidad de sublimar a hombres y mujeres en vez de a divinidades y profetas.

En un mundo donde se perpetran masacres en nombre de deidades, donde se generan odios por pertenecer a diferentes creencias, donde se discrimina a mujeres y homosexuales, donde la confesión de pecados exime al maleante de culpas eternas, donde los políticos creyentes drenan al Estado pero exhiben ternura en misas, donde el placer se demoniza y el sufrimiento se glorifica, no sólo es posible vivir sin dios, sino que tratándose de una estafa milenaria, prescindir del concepto podría ser vital.


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