A través de nuestra lucha "generacional" por conseguir que el Canal de Panamá fuera realmente de los panameños, nos costó como nación un gran sacrificio. Los tratados Torrijos-Carter permitieron que la devolución se hiciera de una manera ordenada y efectiva el 31 de diciembre de 1999, cerrando así una etapa importante en la lucha por nuestra independencia como nación. Sin embargo, quedaban enormes dudas tanto internas como en la opinión pública mundial, si Panamá era capaz de administrar correctamente una de las maravillas creadas por el hombre.
Si nosotros teníamos duda, más aún nuestros vecinos y usuarios más importantes del Canal. Todos estábamos a la expectativa si se confirmarían los desastres que todos esperábamos.
Hoy día, después de seis años completos de que el Canal ha pasado a ser nuestro en su totalidad, los resultados de la operación del Canal hablan por sí solos. ¡Hemos manejado el Canal mejor, en todos los aspectos, que cuando estaba en manos de la potencia número uno del mundo! Ni hablar de la contribución directa económica al Tesoro Nacional que antes no pasaba de dos millones de balboas anuales, mientras que en el 2005 superó la cifra de 500 millones de balboas.
El éxito de la administración del Canal ha sido posible gracias al equipo de panameños que lo ha sabido administrar profesionalmente, unido a la fuerza trabajadora entrenada adecuadamente para este propósito. No obstante, no podemos dejar por fuera el título constitucional que crea a la Autoridad del Canal de Panamá, con arreglo a las normas constitucionales y legales vigentes separando la administración de la misma de los vaivenes políticos de los gobiernos de turno. Esto ha sido fundamental en el éxito que ha tenido el Canal.
No vamos a adentrarnos a discutir los aspectos técnicos, llámense estos de ingeniería, ecológicos, económicos, de mercado, etc. Creo que estos aspectos han sido estudiados a la saciedad, pero mejor aún han dejado de ser el punto de decisión en el voto de los indecisos que recientemente ha aumentado en las encuestas. Lo importante ahora es aclarar algunos puntos que pudieran estar incidiendo en estos conciudadanos.
Primero, existe la percepción de corrupción en el país y por su causa muchos apoyan el "NO". Además, no pocos de los indecisos piensan que toda la riqueza a generarse con la ampliación del Canal caerá en manos de políticos corruptos y sus socios, solamente para beneficio propio. Si bien la percepción de corrupción y falta de confianza en los "políticos" tradicionales tiene ejemplos muy firmes que respaldan esta percepción, la verdad es que los méritos del proyecto no tienen en principio nada que ver con estos problemas.
Como nación, sí debemos prepararnos rápidamente para tomar las acciones y realizar los cambios necesarios para eliminar este flagelo que amenaza la misma existencia de nuestro incipiente sistema democrático. Sobre este punto, no podemos descansar. Sin embargo, para analizar esta problemática presentemos dos posibles escenarios:
El escenario 1. Si por la percepción de corrupción decidimos votar "No". ¡La verdad es que no hemos corregido nada sobre el problema que nos preocupa, llámese éste "corrupción"! Si queremos hacernos notar, ahora sí como pueblo que han abusado de nosotros y votamos "No", porque estamos cansados de la corrupción, le hacemos un enorme favor a los corruptos que seguirán con sus prácticas normales y, como decíamos anteriormente, no corregimos nada. Hemos votado inútilmente. Sin embargo, el costo de votar así ha matado de raíz la posibilidad para nuestros jóvenes, hijos y nietos de tener mayores recursos como país para poder ir solucionando los crecientes y enormes problemas que nos aquejan, como la extrema pobreza.
La decisión de votar "Sí" implica que recibiríamos mayores recursos para mejorar nuestra situación, aun asignándole riesgos mayores a los contemplados en el proyecto. No nos llevemos a engaño. Necesitamos como país mayores ingresos para ir aliviando los gravísimos problemas que tenemos en salud, vivienda, educación y oportunidades para nuestra población. Si por problemas ajenos a los méritos del proyecto de ensanche del Canal votamos "No", no hay duda que estamos ejerciendo un derecho a ser soberanos, pero sería una victoria pírrica que sólo traería mayores pérdidas y cero beneficios a nuestro pueblo. Otros países harían cualquier cosa por tener un proyecto como éste.
El escenario 2. En este escenario, quisiera analizar aquel aspecto que algunos afirman que el proyecto de expansión del Canal de Panamá no cambia en nada su forma de vida. Esto incluye la no solución de sus problemas personales o familiares o no le brinda oportunidades para mejorar. En este aspecto existen segmentos de la población que han visto que el Canal actualmente genera mayor riqueza que antes, pero su condición de vida permanece igual. Si bien esta aseveración pudiera llamarse subjetiva no deja de tener fundamento, ya que lo que ha aportado el Canal actualmente no ha podido llegar a todos los estratos sociales. La razón es muy sencilla. Las necesidades del país son inmensamente mayores que lo que haya podido aportar el Canal hasta ahora. ¡Sin embargo, imagínense que no existieran los tratados Torrijos Carter, la situación hubiese sido extremadamente peor! Sólo recibiríamos 2 millones de balboas por año, en lugar de los 500 millones de balboas que actualmente recibimos. Esto ha permitido aumentar los presupuestos sociales de salud, vivienda, educación, etc. ¿Que no lo hemos administrado como deberíamos? No hay la menor duda. Es muy probable que aquellos que dicen con firmeza que el Canal no ha cambiado ni cambiará su forma de vida, lo más probable estarían en peores condiciones o sin posibilidades de mejorar. Peor aún para sus hijos y nietos, le han coartado la posibilidad de mejorar y su futuro sería mucho más incierto que el actual.
Para terminar deseo mencionar que votar "No" es por mucho más riesgoso para cada uno de los ciudadanos de este país por sus gravísimas consecuencias negativas, ya que no existe otro proyecto como éste, ni ahora ni en el futuro imaginable del país. Votar "Sí" es darle la oportunidad a las generaciones actuales y futuras de atender como debe ser las necesidades de nuestro pueblo.