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IDAAN

Agua que no has de pagar

Agua que no has de pagar
Sede del Idaan. LP/Archivo

En sus inicios el IDAAN fue modelo de eficiencia pero hace muchas décadas borramos la palabra mantenimiento y como es de suponer, la institución sufrió acelerado envejecimiento de la infraestructura y el personal clave. El primer acueducto de la república de Panamá fue construido en la ciudad capital en el año 1905, diseñado, construido y operado por el gobierno norteamericano, hasta que pasada la Segunda Guerra Mundial, en el año 1953 fue transferido al Estado panameño que mediante ley 98 de 1961, creó el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (IDAAN), en teoría a cargo de la administración y planificación de las potabilizadoras y desagues o alcantarillas que sirven al país urbano y rural. La realidad es muy diferente.

Para su buen desarrollo, el IDAAN debió nacer como institución autónoma, por el contrario cada mandatario que deja su marca en el Palacio de las Garzas, también agrega una vuelta a la llave del desorden, manejando desde la Presidencia, entes sedientos como el Consejo Nacional para el Desarrollo Sostenible (Conades), la Autoridad de Aseo (AAUD), la Dirección de Asistencia Social (DAS), las Juntas Administradoras de Acueductos Rurales (JAAR), el CONAGUAS del Ministerio de Ambiente, el DISAPAS del Ministerio de Salud, etc., etc. Con perdón del nuevo Director Ejecutivo, Juan Antonio Ducruet, la decadencia del servicio de acueducto y alcantarillado en alto grado es responsabilidad de aquellos bultos con sed, doctos en filosofía de regadera de baño, extraños al diario trabajo del IDAAN. Dentro de la institución los funcionarios normales manejan la planilla, las ventanillas, alquilan palas y camiones, toman valeriana y salen en TV con el último cuento de lo que pasó en Chilibre. Donde todos mandan, nadie manda, desperdicio de personal y gastos administrativos, desordenado manejo de los volátiles dólares del Estado que se pierden ¡como agua!

Diga usted que todo lo sabe, cómo puede sostenerse una institución que cada 24 horas purifica 150 millones de galones de agua y por roturas de tubería pierde los primeros 30 millones. Otros tantos millones de galones van directo a la cuneta cada vez que se rompe la famosa madre de las conexiones subterráneas. Suben y bajan gobiernos, nadie es responsable de la ridícula tasa de ochenta centavos de dólar por un millar de galones del precioso líquido en tanto que incontables viviendas tienen medidores de agua que nadie lee porque el IDAAN factura por sector, por tarifa o al bulto. En los barrios populares los habitantes solamente pagan cero más cero. Con suerte la gente más humilde, una vez por semana se sirve del camión cisterna. En conclusión, a Pedro Pueblo no todos los día le llenan el vaso pero tenga por seguro que de las viejas alcantarillas sanitarias aflora más mierda en las calles.

Si un gobernante en acto de estadista saca sus manos del pastel y promueve la recuperación del IDAAN abandonando políticas improvisadas, personalistas y venales, quizás se pudiera salvar la vetusta institución. ¡Despierta, otra vez tienes pesadilla, agua que no has de pagar… déjala correr tío!

El autor es abogado


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