El incidente de la conocida Tajada de Sandía que ocurrió en la estación del ferrocarril en la barriada La Ciénega, en Santa Ana, el 15 de abril de 1856, es un hecho histórico que jamás deben olvidar los panameños. Quiero recordar algunos hechos de ese incidente, cuando hoy se cumplen 152 años. Resulta que ese día llegó a la ciudad capital un tren cargado de turistas americanos procedentes de Colón.
Durante el recorrido por la ciudad, un americano de nombre Jack Oliver cogió un trozo de sandía que vendía el pariteño José Manuel Luna, pero no la quiso pagar. Cuando Luna le cobró, el gringo le dijo: "¡Oh! No me emporrés, bésame el trasero". El pariteño le contestó: "Cuidado que aquí no estamos en Estados Unidos, págame mi real y estamos al corriente". Cuenta el señor Luna que en ese momento otro amigo suyo peruano, de nombre Miguel Abrahan, se metió para que el gringo no le disparara. El señor Miguel le agarró el cañón de la pistola para evitar el disparo, luego vino otro americano y pagó el real por el valor de la sandía.
En ese momento, Luna se retiró a su puesto de venta y todo parecía calmado, pero uno de los americanos cogió una piña a una mujer que la vendía y tampoco quiso pagar.
Según lo relató el testigo Sebastián Díaz, ante el juez del crimen Buenaventura Correoso, el pariteño Miguel Abrahan salió en defensa de la mujer y un americano le disparó; entonces, Luna fue en auxilio de Miguel y se formó una riña tumultuaria en la que intervinieron muchas personas con armas de fuego y cuchillos. El incidente dejó un saldo trágico de dos panameños y 15 americanos muertos, 13 panameños y 16 americanos heridos, haciendo un total de 17 muertos y 29 heridos. Los panameños muertos fueron: Lucas Prado y Apolinar N., sin embargo, no murieron ni el americano Oliver ni José Manuel Luna ni el peruano.
Según la versión de Pedro Obarrio, testigo del hecho, ante el alcalde de Panamá Felipe Martejo y José María Rodríguez, así como de los testigos Sebastián Díaz y la declaración de Miguel Abrahan, todo parece indicar que el incidente fue por la piña que no quiso pagar el americano, porque la tajada de sandía sí la pagaron.
El gobernador de Panamá era Francisco Fábrega, el secretario de Estado era Bartolomé Calvo y el regidor de Santa Ana, Juan Manuel Aizpuru. El juez del crimen Buenaventura Correoso pidió sobreseimiento definitivo en este caso. Ocho años después, el Gobierno de Colombia tuvo que pagar 412 mil dólares de indemnización a Estados Unidos por los muertos y heridos.
El pueblo de Parita, en mi provincia de Herrera, le debe un homenaje de gratitud a estos dos heroicos ciudadanos, porque arriesgaron su vida defendiendo la dignidad de la patria. Esto se llama honor, vergüenza, coraje y dignidad, porque las banderas de una lucha no se entregan sin combatir.