La postrimería noticiosa de 2010 fue entretenida. Desde la barrera, el espectáculo siempre es mejor. No tener vinculaciones ni afinidades con los actores permite interpretaciones más objetivas por carecer de sesgos y conflictos de interés. Resulta difícil precisar si los protagonistas de las crónicas mienten o se defienden de manera veraz. Al tratarse de políticos, me inclino por lo primero.
Si algún provecho se le puede sacar a WikiLeaks es confirmar que los rumores son usualmente ciertos. Nada de lo filtrado hasta ahora, empero, genera sobresalto. Solo falta que nos revelen que Superman era Clark Kent. Espionajes y pinchazos telefónicos datan de tiempos atávicos. Es probable que todos los gobiernos han utilizado estas tácticas para maniobras de seguridad, chantaje, debilitación opositora y perpetuación en el poder. De los más de 900 cables que se supone serán transparentados paulatinamente, alrededor de un 90% emanaría de administraciones anteriores. Tan pronto el resto sea vomitado en las palanganas mediáticas, intuyo que el PRD será el partido con más experiencia en esos clandestinos menesteres. Saldrán detalles del contubernio entre Moscoso y Bush para liberar al terrorista Posada Carriles. Y, aunque Endara fue el más honesto de los presidentes pretéritos, nos enteraremos de algunos ocultamientos.
Es harto conocido que EU se ha valido de estas prácticas de espionaje y siempre pensando en su propio interés. Me causa hilaridad que la izquierda del patio ha aprovechado la ocasión para arremeter contra gringos y capitalistas criollos. ¿Qué creen ustedes que sucedería si se colaran confidencias de embajadas y despachos en Rusia, Cuba, Venezuela, China, Corea del Norte o dictaduras árabes? ¿Y de computadoras o teléfonos de sindicalistas y comunistas alcanforados? La mugre también brotaría a borbotones. Hay maleantes y oportunistas en ambas esquinas del pensamiento político. Es más fácil conocer secretos de democracias, con periodismo investigativo y tecnología moderna de indagación, que de lugares donde la restricción y represión son actividades cotidianas. En estos últimos sitios, Assange ya habría sido aniquilado o desaparecido por cargos de fisgonear al servicio del imperio.
La sociedad se alarmó por toda la reseña negativa que fluyó de las instancias jurídicas. Yo no. ¿Ha habido alguna vez verdadera justicia en nuestro ultrajado istmo? Salta a la vista, no obstante, que nunca habían sido exhibidos en público, por imputaciones de corrupción, empresarios y políticos de alto perfil, como en la actualidad. Resulta difícil presagiar el desenlace final de los casos al tratarse de personas con apellidos rimbombantes. Si la probidad imperara en las decisiones, se debería condenar a los que drenan las arcas estatales con “apego” a la ley, los que se hacen millonarios mediante triquiñuelas jurídicas y abogados mafiosos, los que se valen de información privilegiada para levantar negocios, los que exigen ser accionistas de sociedades anónimas a cambio de facilitar trámites de registro, los que construyen obras para ganar suculentas comisiones en compras licitadas o directas, los que trafican clientelismo y todos los sobornadores o sobornados. Solo cuando esta quimera ocurra, estaremos orgullosos de vivir en un país decente. Concuerdo en que la institucionalidad democrática está en peligro por la injerencia del Ejecutivo en otros órganos del Estado. No perdamos de vista, sin embargo, que la culpa primaria de la situación que experimenta Panamá en estos momentos reside en las numerosas actuaciones ilícitas de los tres últimos gobiernos. Será interesante vigilar el comportamiento de Ayú Prado al frente de la Procuraduría. Tiene una gran oportunidad para depurar la deplorable imagen de esa importante institución, aparentemente ya a merced del narcotráfico.
Desde la barrera, también me divierte valorar la conducta informativa de los diarios nacionales. La Prensa es, sin duda, el periódico que ejerce el mayor contrapeso a los líderes de turno. Aunque se puede cuestionar la constante crítica negativa de su línea editorial, prefiero esta actitud al estilo dócil y adulador de otros rotativos. Con la reciente adquisición de El Panamá América, una aparente movida del oficialismo para conservar popularidad, la posición independiente de esta corporación se me antoja fundamental. Voté por Martinelli pero presiono, desde esta columna, para que su mandato tenga un componente social sólido, se incline hacia el centro del péndulo ideológico y masifique la bonanza económica nacional.
La libre prensa es la munición más poderosa para derrotar al autoritarismo. De cualquier extremo…