Recientemente escuché a un candidato de la Universidad de Panamá decir que durante su gestión no se aumentaría la matrícula ni el menú de las cafeterías. Mis primeras reacciones fueron: ¿cuál es el problema al respecto? ¿Cómo se entiende un menú de 50 centavos, cuando todos sabemos lo caro que están los alimentos? ¿Cómo se entiende que la matrícula de la UP sea la misma que la de hace 40 años, cuando no hay un artículo que en ese tiempo no haya triplicado su precio? Todavía recuerdo aquellas palabras de un Presidente de la República, en las que criticaba que “cualquier kínder” tiene una matrícula superior a la universidad.
No tengo inconvenientes en que la U sea gratuita (incluso la alimentación), si su ingreso es restringido, como se hace en Cuba. Tampoco tengo inconvenientes en que todos sus estudiantes estén becados, si aquel que no logre graduarse en el tiempo estipulado tenga que pagar al Estado lo invertido en su preparación; como ocurre en otras latitudes. Podría incluso aceptar lo que observé en una universidad extranjera, donde la admisión era gratuita y libre, pero los estudiantes que no pasaban el primer año quedaban fuera del sistema. A propósito, estoy a la espera de candidatos que prometan que el ingreso de estudiantes a la Universidad se basará en exámenes de admisión.
La UP no puede darse el lujo de tener carreras donde ni la mitad de los estudiantes que ingresan a ellas se gradúan, y si se graduaran no conseguirían trabajo. Ojalá sus candidatos prometan establecer cupos de ingreso basados en las necesidades reales de profesionales.
Estoy a la espera de candidatos que prometan reducir la planilla del personal administrativo, porque no entiendo cómo es posible que tengamos casi igual cantidad de profesores que de administrativos. Si más del 90% del presupuesto de la Universidad se destina al pago de salarios, no entiendo qué es lo que tanto hay que administrar.
Estoy a la espera de candidatos que prometan hacer algo por la cantidad de profesores que no realizan funciones de investigación, producción y extensión; producto no solo de la excesiva carga docente, sino porque están que ya no pueden con sus vidas. Profesores que son objeto de lástima o burla de parte de los estudiantes.
Soy un convencido de que la universidad sería más productiva para el Estado si sólo tuviese la mitad de sus estudiantes, profesores y administrativos. Ello permitiría utilizar gran parte de su presupuesto en investigación, cumpliendo así con el artículo 9 de la Ley Orgánica de la UP que dice: “La Universidad de Panamá reconoce que la investigación es el fundamento de la educación y, como tal, constituye su objetivo y función esencial… (Énfasis adicionado)”. Aclaro que esta propuesta no implica botar a nadie. La misma es realizable si no se aceptan estudiantes que no pasen las pruebas de admisión, ni se reemplaza al personal docente y administrativo que se retira o jubila, hasta lograr las cantidades que cuadren con las realidades del país.