En el primer capítulo de Las Aventuras de Tom Sawyer, Mark Twain nos presenta una interesante conversación que refleja la naturaleza humana; Tom trata de persuadir a su amigo Huck a que se una a él en sus planes de formar una banda de ladrones y tomar cautivos, parecido a lo que hacían los piratas; Huck le pregunta a Tom y ¿qué hacen los piratas con los cautivos que toman? Tom le contesta "Pedir un rescate" ¿Pedir un rescate? ¿qué es eso?, pregunta Huck. No sé, pero eso es lo que hacen. Lo he leído en los libros. Y por supuesto, eso es lo que tenemos que hacer, explica Tom.
Comparo el diálogo de dos jóvenes como Tom y Huck para ilustrar cómo repetimos cosas que se leen en los libros, cosas que se escuchan en la televisión y cosas que se interpretan a través de la computadora y en todos los medios de comunicación en forma negativa y no pensamos en lo preocupante que es tomar un texto fuera de contexto como patrón y, al final, este ser un peligroso pretexto para justificar nuestras actitudes y nuestras acciones negativas al aplicar mal los principios de conducta mosaicos, como las de Tom Sawyer.
Las caricaturas son dibujos que debemos contemplar como verdaderas "obras de arte", aunque ella ridiculice o tome en broma el modelo que tiene como objeto el sentido despectivo para referirse a las obras que no alcanzan a ser aquello que pretenden. Son dibujos cuyo "caricato" puede servir dentro de las aulas de clases y ser un medio de comunicación entre docentes, discentes, clérigos, laicos, predicadores.
La familia panameña en general debe, responsablemente, analizar las caricaturas con el fin supremo de no separar las ideas del espíritu de la revelación original y sus consecuencias.
Felicito, a través de este artículo, a los caricaturistas quienes tienen la sana intención, la destreza apropiada y la responsabilidad de dibujar, día a día, con sentido satírico, las facciones o el aspecto de alguna persona para hacer con ella críticas enteramente constructivas pidiendo un "rescate" honesto para nuestras nuevas generaciones con valores críticos a través de principios éticos y morales magistralmente dibujados. Corregir y persuadir correctamente a través del mensaje caricaturesco, por supuesto, eso es lo que tenemos que hacer.
Desde este punto de vista las caricaturas, al igual que los libros, deben ser tomados en cuenta en nuestro lenguaje común para servirnos de recordatorio al ilustrar, en cualquier sitio o en cualquier lugar en que nos encontremos, los comentarios pertinentes cerciorándonos de que comprendemos el significado y el contexto para no embrollar los mensajes caricaturescos, porque con las caricaturas también educamos.
