La reacción de Hugo Chávez frente a la derrota de su propuesta releccionista es obvia, pretende perpetuarse en el poder a toda costa, sacrificando para ello la democracia y la paz de los venezolanos, incluso hundiendo las naves de ser necesario. Sin embargo, no toma en cuenta que en los últimos encuentros se ha demostrado que el chavismo evidencia debilidad y desgaste.
El otrora comandante argumenta que la iniciativa imperial para perpetuarse en la silla presidencial no parte de él, como ocurrió en diciembre de 2007, sino que es producto del pueblo que lo aclama y que desea elevar a un nicho su revolución, para que todos los venezolanos, y los latinoamericanos, lo conviertan en centro de adoración política.
Lo que es una verdad indiscutible es el hecho de que los grupos contrarios a Chávez han demostrado que pueden organizarse en contra del tirano, debilidad esta que le permitió asirse con el poder en su primer intento electoral, y que el mismo, con todo el poder económico y político, no es invencible. Prueba de ello fue el referéndum pasado en donde le dijeron no a la reforma constitucional, que buscaba cimentar jurídicamente el socialismo en Venezuela y convertirlo en el Napoleón Bonaparte o Jean-Bedel Bokasa de América.
Chávez se ha valido de la amenaza, y de los ahora disminuidos petrodólares, para destruir a todo el que ose contradecirlo, optando, incluso, por cerrar o descalificar a los medios de comunicación, nacionales o extranjeros, que pretenda argüir consideraciones antípodas a su forma de pensamiento. Las recientes elecciones demuestran que una gran mayoría de venelozanos está despertando del letargo en que se encontraba e inicia la lucha frontal encontra del megalómano comandante, tratando de dar al traste con el plan de mantener en su puño el control de todos los poderes del Estado.
La fecha de la próxima batalla está fijada en el mes de febrero de 2009, y ya los grupos estudiantiles y partidos políticos han iniciado su organización para aguarle la fiesta a los chavistas. Estoy convencido de que con las recientes derrotas, que se le han infligido a las huestes chavistas, se terminará con las ambiciones descomedidas e insaciables de poder a las cuales aspira el chamo rojo.
Es de esperar que el explosivo Chávez haga hasta lo impensable para que sus aspiraciones fructifiquen, así que no dudemos del uso de la fuerza militar, de grupos de choque, fraude y otras artimañas para evitar su pérdida. Si Chávez en un momento dado legitimó su poder por la fuerza del voto, por este mismo poder será destronado y deberá acatar la decisión que tomen todos sus conciudadanos. Solo esperemos que tenga la entereza para respetarlos.
Es cuestión de tiempo para que se dé el descalabro de Chávez y que solo nos quede asistir al entierro de este presunto proyecto bolivariano y del insepulto cuerpo político del fatuo militar.