A pocas horas de haber dejado atrás 2021, quedamos con una mezcla de incertidumbres, esperanzas, y la posibilidad de reinventarse o seguir sin cambio, lo que me lleva a reflexionar en una lista de propósitos.
Soy científica y no empezaré a estas alturas con actitudes de consejera o gurú del bienestar, pero desde mi visión, haré unas reflexiones y veremos cómo encajamos esa lista de propósitos para este nuevo año.
Recuerdo que para 2020, la gente rogaba que se acabara, ya que en nuestro fuero interior, el cambio de número representaría un nuevo comienzo, deteniendo la estela de enfermedad, muerte, pérdidas económicas y educación que había empezado en marzo de ese año con el primer caso confirmado en el país. También recuerdo las veces que escuchaba en los medios de comunicación sobre los primeros ensayos sobre las vacuna y que se perfilaban como la opción que cambiaría el rumbo que el virus del SARS-CoV2 había trazado.
Lo que no esperaba es que tendríamos una población que, por una parte, anhelaba la vacuna y por otra, cuestionaba como nunca la ciencia en general. Esto desencadenó una cantidad casi surrealista de noticias falsas, cadenas de videos y mensajería móvil que generó en gente indecisa, mayor miedo y reticencia a vacunarse apenas estuvo disponible la vacunación, por lo que uno de mis primeros propósitos en esa lista sería tener mayor discernimiento para la toma de decisiones.
Otra cosa que el 2021 me mostró como docente son las grandes debilidades de los estudiantes en elementos básicos, como la lectura comprensiva, la poca diversidad de sus intereses y el agotamiento de las clases en línea, por lo que otro de mis propósitos en esa lista sería ayudar a inspirar y aportar en la educación. No es cuánto conocimiento tengas, es que entiendas y te apasione lo que enseñas y aprendes, y estamos cortos de inspiración.
Si en 2020 perdimos seres queridos, amigos, familiares de amigos cercanos, o conocidos y colegas, por falta de una terapia adecuada y huérfanos de vacunas, en el 2021 las pérdidas humanas fueron por la desinformación, la tozudez, la falta de orientación adecuada y la soberbia, por lo que lo siguiente en mi lista de propósitos sería mayor humildad, y con esto quiero reflexionar en que si no se algo o no estoy segura de mis conocimientos o capacidades, también es cierto que estoy rodeada de gente con muchos talentos y conocimientos que quieren ofrecerlos, pero hay que pedirlos y aceptarlos, porque no somos infalibles, y esto va también con los tomadores de decisiones. La evidencia científica debe estar por encima de las medidas populistas.
Por último, y no menos importante, el encierro vivido en 2020 para los que obedecimos la cuarentena fue terrible; dejamos de ver a los seres que amamos, porque vivían en otro lugar del país o fuera de Panamá, por lo que en 2021, en cuanto pudimos reunirnos, celebrar, viajar y estar con ellos, lo hicimos, pero en algunos casos se nos olvidó que el virus sigue allí y justo fue la vacunación un colchón para no provocar mayores pérdidas de vidas, pero también nuestra salud mental y seguridad sufrió grandes mermas, por lo que mi lista para 2022 incluiría mayor solidaridad; poder escuchar y respetar a quienes están a nuestra vera; aquellos que están en situaciones que no podemos dimensionar porque no estamos en sus zapatos, pero que podemos hacer la diferencia poniendo en práctica este propósito.
La pandemia no se ha ido, pero se ha vuelto un catalizador de muchas cosas en la ciencia, la tecnología, la economía y la dinámica del trato humano. Sin embargo, todos esos cambios no son nada si cada uno de nosotros no tiene el propósito de aprender y cambiar o mejorar lo que no funcionó o hizo peor nuestro tránsito por la realidad de la Covid-19.
El virus trazó un camino, pero la voluntad y libre albedrío del ser humano indujo cambios. En nosotros está hacer de esto un bucle infinito o trazar una perpendicular y tirar para adelante.
Como escribió la antropóloga Margaret Mead: “Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos considerados puede cambiar el mundo. Verdaderamente, eso es lo único que lo ha logrado”.
La autora es catedrática de farmacología y presidenta del movimiento Ciencia en Panamá