Con el coronavirus han surgido todo tipo de aseveraciones sobre sus causas y consecuencias en la salud y en la economía. Pero hay otro virus que rápidamente se está propagando por redes sociales con el montón de información errónea que se genera por un sesgo cognitivo generalizado. A raíz de esto la gente está malinterpretando los hechos y diseñando teorías de conspiración a tutiplén. En enero 2020 hubo más de 15 millones de publicaciones en Twitter sobre el coronavirus, en gran medida comentarios sobre teorías de conspiración. Las más conocidas dicen que fue diseñado en un laboratorio con objetivos políticos o económicos, que es una consecuencia de los malos hábitos alimenticios de los chinos o que guarda extrañas similitudes con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Se alegraron los corazones de los conspiranoicos cuando fue publicado un artículo en la revista científica bioRxiv confirmando la teoría del VIH. Pero rápidamente se decepcionaron cuando apareció la palabra “Withdrawn” sobre dicho artículo, indicando que fue retirado porque la comunidad científica no lo había revisado rigurosamente. Aun así, sentó precedentes y se ha vuelto un relevante tema de conversación en redes sociales.
Los que comparten estas teorías a diestra y siniestra quizás no saben, o prefieren no reconocer, por ejemplo, que el coronavirus es tan milenario como los hábitos alimenticios de los chinos. Expurgan la ciencia en busca de retazos de información sesgada para apoyar las teorías de conspiración. Lo que parece evidencia científica incluso se usa para apoyar la idea de que no se puede confiar en los científicos. Estas personas sobreestiman su entendimiento de los problemas mientras subestiman su complejidad; deliran con el efecto Dunning-Kruger, que fue descubierto en 1999 por David Dunning y Justin Kruger. Se dieron cuenta que los mas incompetentes en determinada área del conocimiento tienden a sobrestimar sus propias capacidades hasta el punto de creer saber mas que los propios expertos. Su propia incompetencia les impide darse cuenta de lo incompetentes que son. Además, los verdaderos expertos reconocen su competencia, pero se subestiman porque no saben estimar la competencia de los demás.
El efecto Dunning-Kruger no es automático. Empieza cuando una persona se interesa por un tema, pero no tiene idea alguna y su nivel de confianza sobre el tema es tan bajo como su nivel de conocimiento. Luego lee un post en redes sociales, investiga un poquito en Wikipedia y su nivel de conocimiento aumenta ligeramente, pero su nivel de confianza en el tema no aumenta a la par, sino que se dispara al punto de que cree conocer hasta mas que los expertos. La persona entra en la fase conocida como “Monte de la ignorancia”, el placer del sesgo cognitivo le excita, delira de ego por el nuevo conocimiento adquirido y denigra a todo aquel que intente opinar distinto. Curva del efecto Dunning-Kruger. La mayoría de las publicaciones de teorías de la conspiración en redes sociales están hechas por personas que están de paseo por el “Monte de la ignorancia”. Estas personas no están dispuestas a vacunarse con el suero del conocimiento para darse cuenta de lo poco que saben del tema. La vacuna es dolorosa. Requiere que la persona se adentre en el tema y adquiera tanto conocimiento como para pasar a la fase del “Valle de la desesperación”. Una crisis de conocimiento tan profunda que la persona entenderá lo ridículo que lucía opinando desde el “Monte de la ignorancia”. Se dará cuenta de que hay mas de lo que parece, pensará que hay tanta información por abarcar que no la entendería jamás y su nivel de confianza en el tema en cuestión caerá al mínimo.
Entre mas conocimientos adquiere, mas reconoce su propia ignorancia. De repente empieza a entender el tema y la confianza deja de caer para empezar a aumentar gradualmente, mas acorde al conocimiento real que va adquiriendo. En este punto se hace experto, pero se subestima porque no sabe estimar (o prefiere no hacerlo) el conocimiento de los demás. Tal vez como una respuesta humilde que reconoce lo difícil que fue pasar el “Valle de la desesperación” y lo ingenuo que es volver al “Monte de la ignorancia”.
El efecto Dunning-Kruger y las teorías de conspiración se potencian por la falta de confianza en las instituciones (gobiernos, farmacéuticas, medios tradicionales, etc.). Por mucho tiempo, los científicos, médicos y periodistas han estado tratando de promover la democratización del conocimiento, la participación de los ciudadanos y una sociedad más crítica. Las redes sociales facilitan estos esfuerzos, pero ahora se volteó la tortilla: la sociedad es demasiado crítica pero no tiene mucho conocimiento. Lo bueno es que tanto personas como redes sociales están tomando medidas para enfrentar las “Fake News”.
Los usuarios cada vez más conscientes, las identifican de manera activa. Google, dirigiendo a las personas que buscan información sobre coronavirus o vacunas a fuentes confiables. Facebook y Twitter, eliminando publicaciones y cuentas que fomentan teorías de la conspiración. Pero todo este esfuerzo tiene su daño colateral: refuezan las teorías de conspiración que dicen que se eliminan precisamente porque se oculta la verdad.
La solución por parte de las redes sociales podría radicar en activar el buen juicio de los usuarios y reducir su confianza excesiva en todo lo que ven en éstas, preguntándoles antes de publicar cualquier información dudosa si están seguros de querer hacerlo. Y por parte de los usuarios, en no creer ciegamente en todo lo que ven en internet. Por cierto, ¿que hace un ingeniero opinando de temas de psicología?
El autor es ingeniero