Siento pena ajena, aunque no debería, por lo que le pasa al grupo de personas que defendió el pasado gobierno. Jamás imaginé que terminarían tan bajo, canibalizándose entre ellos. En este país no se podía llamar a una emisora ni escribir en un periódico contra el régimen, sin que arreciara una tormenta de insultos de todo tipo. Ahora sus miembros se destrozan visceralmente, y los que no huyen, se esconden, tratan de cambiarse, desaparecer o hacer las paces.
Es curioso, defendían al gobierno como los paramilitares a la dictadura en sus últimos días. Y se han comportado como ellos cuando invadieron los gringos. Quitándose el uniforme, soltando las armas, escondiéndose en estampida humana. E igual que en aquella época el máximo líder se escondía, el de ahora corrió a refugiarse en la otrora “cueva de ladrones”. Es increíble ver cómo la historia se repite, pero más increíble aún es comprobar que las personas no aprendan de ella. Como sea, los militares se apoyaban en un cuerpo disciplinado que abarcaba todo el país, siguiendo algún tipo de filosofía y cadena de mando. Eso jamás lo tuvo el gobierno pasado, pues una sola persona trataba de abarcar más de lo que podía apretar.
Sin filosofía, espíritu, disciplina o doctrina. Aquello parecía una venta de esclavos de la historia antigua, y un circo de sacrificios humanos, para entretener a un pueblo cada vez más morboso e ignorante, como quisieron tratarnos a todos. Sin embargo, ese pueblo les resultó más inteligente de lo que pensaban y ahora, sin haber percibido cómo ni cuándo, terminaron convertidos en su morboso entretenimiento.
Se pelean entre ellos, cuando no huyen de las fieras. Y yo que pensé que solo se desinflarían como un globo de helio, perdiendo altura y volumen en silencio, totalmente desapercibidos. Ahora bien, supongo que como prohijaron la cultura de patio limoso y la “haladera de greñas”, tampoco podían desaparecer de otro modo. Tenían que irse con esa gloria exhibicionista y vulgar.
Sin embargo, ya no es cosa de irse por irse, porque ni ellos mismos pensaban hacerlo tan pronto... Esto no se trata de venganza ni revanchismo, sino de justicia, y de regresarle la credibilidad al sistema. En consecuencia, es preciso garantizar que algo así jamás vuelva a ocurrir. No porque amenace a las fuerzas políticas y económicas tradicionales, sino porque atentó contra la paz social de los panameños. Nos endeudaron, mintieron e insultaron; nos enredaron la vida con megatranques y obras que sirvieron de casi nada; encarecieron todo; llenaron Panamá de extranjeros e inclusive se dice que hasta nos espiaron y robaron.
Por eso, el pueblo los botó, y si este gobierno no tiene claro el concepto, entonces, que se mire en ese espejo deforme. Deben entender que la corrupción deforma a quien la practica y a quien la sufre.