Si algo caracterizó a la ciudad de Colón fue justamente sus edificios debidamente organizados y ornamentados, que daban cuenta de un área interesante inigualable en el resto del país.
De un barco, “El Telégrafo”, anclado en la bahía de Limón, conocida como “Navy Bay”, en donde pernoctaban los obreros que construían la vía ferroviaria, como también lanchas y barcazas, se conoció la primera forma de expresión relacionada con una arquitectura, conocida como “flotante” de la ciudad de Colón, la cual fue evolucionando hasta alcanzar la forma de una urbe con estructuras propias. Desde luego, el paso de barracas de maderas, en principio construidas a mediados del siglo XIX en un medio hóstil e insalubre, a edificaciones sólidas, es trascendente. Tal vez muy pocas ciudades en el istmo han tenido un progreso arquitectónico como la ciudad de Colón, la que por supuesto estaba llamada a ser conservada.
Es claro que en Colón dominó la arquitectura con una alta infuencia francesa, principalmente en la conocida avenida del Frente. Ésta, caracterizada por edificios con amplios balcones, sostenidos por columnas que permitían soportarlos, creaban un ambiente interesante pues las aceras, muy espaciosas, con una hilera de edificios continuos, permitían no solamente guarecerse del sol y de la lluvia, sino que daba una vista en perspectiva con lo que parecía ser un túnel.
Cuando en el resto de la ciudad se fueron levantando edificios sólidos, su construcción guardó este tipo de arquitectura, creando así un espacio que le dio a la ciudad un particular tono que la singularizó, dándole contenido a un conjunto estructural muy definido. Esto, sin lugar a dudas, vino a constituir parte del patrimonio nacional.
Desde luego, su conservación debió ser una labor de los gobiernos. En ese esfuerzo, el Municipio de Colón emitió el 14 de marzo de 1996 el Acuerdo No. 101-4038, que declara a Colón “Sitio de Interés Histórico”. Esta norma fue impulsada por Pahico (Patrimonio Histórico de Colón), dirigida por el profesor Jorge Luis Macías Fonseca. Es precisamente ese acuerdo el que sirvió de fundamento a la Ley No. 47 de 8 de agosto de 2002, que declara el Casco Viejo de Colón “Conjunto Monumental Histórico”.
No obstante lo anterior y violentando todo lo relacionado con las normas que protegían el patrimonio colonense, la llamada “Renovación Urbana”, por el prurito de respaldar intereses económicos, devastó la ciudad. Con la furia propia del enemigo, derribó edificios imponentes, sin importar que se iba con ello la historia de la ciudad de Colón. La convirtieron en un gran solar frente al dolor y la sentida impotencia . Y es que jamás pudo pasar por la mente de alguien que esa arquitectura de la ciudad fuese barrenada. El poder político actuó, dejando solamente el recuerdo de lo que fue, para mostrarnos hoy lo que es.
Lo desafortunado de todo es que el crimen en contra de la arquitectura de la ciudad de Colón, en su momento, pareció contar con la aquiescencia del entonces gobierno municipal del distrito de Colón. Por supuesto que están claramente identificados los actores, quienes además deberán responder frente a la historia, que será implacable.
Pero si no enfrentamos -en su momento- las criminales políticas de la malsana “Renovación Urbana”, toca en la actualidad velar porque las edificaciones que se levanten las hagan retomando la arquitectura de la ciudad de Colón. El actual gobierno municipal del distrito de Colón tiene la gran tarea de procurar la reconstrucción arquitectónica de la histórica e importante urbe, sitio crucial del desenlace de la ruptura con Colombia.
El autor es docente universitario