Hace cuatro años, el 19 de mayo, en la Plaza de la Ciudad del Saber, tomó forma el movimiento Ciencia en Panamá. Fue una reunión espontánea, motivada por la preocupación ante los recortes presupuestarios a la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), por la reinserción de científicos jóvenes que regresaban al país y por la incertidumbre de un ambiente mundial de hostilidad a las ciencias.
Decidimos unirnos en un grupo cohesivo y amplio, que incorporara a todas las ciencias, desde las básicas hasta las sociales. Así nació Ciencia en Panamá. Desde un primer momento, entendimos que para conseguir que los tomadores de decisiones entendieran la importancia de la ciencia, la población tenía que apoyarla. Desde entonces, el concepto de la popularización de la ciencia ha sido nuestro norte.
A lo largo de estos cuatro años hemos realizado marchas por la ciencia, partiendo desde el monumental Biomuseo en Amador. Este año, por la pandemia que vivimos, la marcha por la ciencia se realizó de manera virtual en redes sociales.
Desde hace tres años, organizamos la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres y Niñas en la Ciencia, que cada vez gana interés y diversidad. La inclusión de las mujeres y niñas es fundamental para el avance de todas las ciencias, ingenierías y educación. Esto se ha podido resaltar en estos momentos de la pandemia con el trabajo de distinguidas científicas panameñas, y en los éxitos sanitarios obtenidos en los países con mayor liderazgo femenino.
Los integrantes de Ciencia en Panamá han participado en las tareas de investigación, innovación, diagnóstico, intervención, comunicación y prevención del virus SARS-Cov-2. A la vez, otros miembros del movimiento han trabajado con la Ciudad del Saber y la Senacyt en la producción y difusión de mensajes educativos sencillos y eficaces. El fundamento de todas las instituciones que nos apoyan es invaluable.
Ya es evidente que sin ciencia no hay futuro. El desarrollo y estabilidad de un país, y del mundo, depende de la inversión en ciencia. Es responsabilidad de todos aportar, para que las actividades científicas sean fructíferas y contribuyan al bienestar de la sociedad.
La autora es doctora en salud pública y miembro de Ciencia en Panamá
