A pesar de todos los pesares, de vez en cuando surge algún tema que nos permite alegrarnos.
Resulta que, según un reciente informe del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), a cargo de Milciades Concepción, elaborado como parte de los compromisos de Panamá con la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, nuestros bosques son capaces de absorber más gases de efecto invernadero, de los que emitimos en todas las actividades humanas que se realizan en el país. Por ello, somos un país “carbono negativo”.
Se trata de una gran noticia, que pone de manifiesto la enorme importancia que tienen los bosques, así como la urgencia de protegerlos y cuidarlos, para que puedan continuar con su vital labor de purificar el aire y mitigar la grave crisis climática que enfrenta el planeta.
Como digo, es una gran noticia para Panamá. Pero sin ánimos de ser aguafiesta, creo que es preciso incluir en el análisis los peligros que acechan a nuestros bosques. Según un informe de Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo de julio de 2020 -con datos del Banco Mundial-, entre 1990 y 2016, la cobertura boscosa del país disminuyó 6%. En ese mismo informe, por ejemplo, queda evidente que Costa Rica tiene menos cobertura boscosa que Panamá, pero la ha aumentado 5% en el mismo período. Son datos muy relevantes y reveladores, que deben propiciar una acción efectiva no solo del sector público, sino principalmente del sector privado. Proteger los bosques debe ser prioridad para todos.
Además, es importante entender que la crisis de salud pública que vive el planeta está asociada con cambios ambientales por la pérdida de los ecosistemas y especies, debido a la transformación del uso de la tierra para actividades humanas. Por ello, desde la Dirección de Cambio Climático de MiAmbiente, a cargo de Ligia Castro, se habla de que la reactivación económica post pandemia “será verde”. Es decir, si pretendemos que la reactivación sea sostenible, ésta deberá basarse en un nuevo modelo económico, financiero y de planificación, que valore los riesgos y las oportunidades climáticas. Cambiar la mentalidad depredadora y cortoplacista que ha marcado nuestro modelo es un imperativo. En ese sentido, el trabajo de coordinación con otras instituciones del Estado, así como con diversos sectores económicos, que está haciendo MiAmbiente y su Dirección de Cambio Climático es fundamental. No hay duda de que el camino para lograr las transformaciones necesarias será cuesta arriba, por lo que sumar apoyos y aliados es vital.
En esa ruta, MiAmbiente tiene un aliado de excepción en la Autoridad del Canal de Panamá y su administrador, Ricaurte Vásquez, quien recientemente anunció al país una serie de programas y acciones con el objetivo de convertir al Canal en una operación carbono neutral para el año 2030. Son muchas las acciones que están siendo estudiadas y planificadas, pero ya está en marcha un plan piloto de transformación de la flota vehicular, con la incorporación de cuatro automóviles eléctricos.
Esta acción del Canal se alinea con la Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica que impulsa la Secretaria Nacional de Energía, a cargo de Jorge Rivera Staff. Se trata de una estrategia que hace parte de la agenda de transición energética, enfocada en dejar atrás la dependencia de los combustibles fósiles, para lograr una matriz más limpia de generación eléctrica, reduciendo la emisión de gases de efecto invernadero y su impacto en el cambio climático.
Esta estrategia es vital, porque el sector energético representa el 50% de las emisiones del país, debido al consumo de combustible del transporte público y del parque vehicular existente.
Desafortunadamente, no todos entienden la urgencia del momento. Mientras MiAmbiente acuerda con la Asociación de Municipios impulsar proyectos destinados a reducir los impactos del cambio climático, facilitando el acceso a energías limpias y propiciando asentamientos humanos resilientes, el alcalde de la capital del país, José Luis Fábrega, decide -con el apoyo de la mayoría de los concejales- pisotear todos los avances en materia de ordenamiento territorial para la ciudad de Panamá, un tema clave para enfrentar y mitigar los efectos del cambio climático.
Está por verse el impacto que tendrá en la ciudad de Panamá este retroceso, y cuál será el comportamiento del sector inmobiliario. Todo indica que la crisis producida por la pandemia no provocó reflexión ni cambio alguno, y que la ciudad sigue siendo su coto de caza donde todo está permitido. Especialmente ahora que el alcalde Fábrega ha dado inicio a la cacería.
La autora es periodista, abogada y activista de derechos humanos