“La realidad supera a la fantasía”, esta frase celebre que se antepone al problema que se viene suscitando en la provincia de Bocas del Toro entre la empresa Ganadera Bocas, S.A y los nasos. Problema, como bien señalo, totalmente fantasioso al tenor de la información y artículos publicados, los cuales desvirtúan la realidad de los hechos, confundiendo a la ciudadanía con un enfoque errado sobre el problema. Lo real, y no lo fantasioso, es que la empresa Ganadera Bocas, S.A. es la legítima propietaria de la finca No. 102, inscrita en el tomo 4, folio 420, de la sección de la propiedad del Registro Público, desde el año de 1963, y se encuentra ubicada en la provincia de Bocas del Toro, siendo utilizada por su propietario de manera pública e ininterrumpida. Inmueble que desde su constitución siempre fue propiedad privada, toda vez que perteneció desde 1911 hasta 1963 a la empresa United Fruit Company, desvirtuando cualquier otro derecho de titularidad que se reclame.
La realidad del caso es que la comunidad de los nasos en general (San San y San San Druy) no reclama ningún derecho sobre la finca de propiedad de la empresa Ganadera Bocas, S.A., estos reclamos provienen solamente dos familias de nasos: la familia Vargas y la familia Gamarra. Familias que tan solo tienen dos años de haber invadido la finca número 102, de propiedad de la empresa; es decir, desde el año 2007 hasta marzo de 2009. Este tiempo no otorga ningún tipo de derecho, civil o administrativo, sobre dicho inmueble en favor de esas dos familias.
Lo cierto es que la empresa Ganadera Bocas, S.A., en atención a su derecho de propiedad, consagrado en la Constitución y en la ley sustancial, exigió el lanzamiento de esas dos familias, las cuales han venido menoscabando ese derecho de propiedad en detrimento de la empresa.
Derecho que se viene exigiendo en defensa de su propiedad privada y que nada tiene que ver con la aprobación y demarcación de la comarca San San y San San Druy de los nasos. Sin embargo, lo fantasioso es hacer ver y creer que esas dos familias tienen 40 años de estar ocupando dicho inmueble y defender un supuesto derecho que nunca les ha pertenecido.
El pueblo naso, a través de su jefe, le han comunicado a las autoridades que esas dos familias (Vargas y Gamarra) están utilizando el nombre de toda la comunidad naso para pleitear un derecho que no les corresponde, toda vez que su lucha por la delimitación territorial de una comarca no se encuentra comprendida dentro de los límites de la finca de propiedad de la empresa Ganadera Bocas, S.A., si no fuera de la misma.
En apoyo a lo anterior, el propio Ministerio de Gobierno y Justicia, a través del informe levantado por la Dirección Nacional de Política Indigenista, concluye que, efectivamente, las familias nasos (familias antes señaladas) han invadido la finca 102, de propiedad de la empresa Ganadera Bocas, S.A.
Por lo anterior recomiendan en su informe que se solicite ante las autoridades competentes, el cumplimiento del trámite de desalojo de esas familias. Consejo que la empresa y las autoridades competentes acogieron en cumplimiento del derecho de propiedad que tiene Ganadera Bocas, S.A.
Otra de las realidades no informadas, es que esas dos familias se dedican a la tala clandestina de árboles como sustento de vida, siendo las mismas ciegas antes los ojos de las autoridades pertinentes.
Lo que realmente ocurre es que dichas familias se encuentran apoyadas y financiadas por fuerzas extremas, hartas conocidas en el país, las cuales no reconocen el derecho de la propiedad privada, y utilizan a estas pobres familias para fines políticos e ideológicos en detrimento de la empresa privada.
La fantasía es clara, ya que con ella se busca enmascarar la realidad de los hechos, con el único propósito de apoyar para que estas dos familias se apoderen de esas tierras sin ningún derecho, para luego negociarlas y venderlas en beneficio propio y de terceros.
Lo peligroso de este asunto es que la fantasía se vuelva realidad y vulnere o ignore los derechos de propiedad privada que tenemos todos. Por suerte, aún en nuestro pequeño país somos conscientes de que la fantasía es cuestión de cuentos y de novelas.