Protestamos porque nos cansamos. Nos cansamos de vivir bajo la sombra de un sistema corrupto. Protestamos para que la voz de, nosotros, el pueblo, sea tomada en cuenta. Para que el trabajo del Órgano Legislativo se haga con transparencia; para que los diputados, nuestros empleados, rindan cuentas y dignifiquen su mandato, tristemente manchado casi desde el inicio de la nueva era democrática.
Alzamos la voz por esos que llevan más de dos periodos en el cargo sin siquiera presentar leyes dignas de recordar. Esos que compran y pierden bates. También por los que gritan en vez de debatir y dialogar. Ni hablar de aquellos que no respetan y humillan a las minorías.
Nos indignamos ante beneficios exclusivos y excesivos: importaciones de autos sin impuestos cada dos años; planillas con nombramientos de parientes sin justificación; pago completo de su salario así no hayan asistido al pleno, ni cumplido con sus labores y asignaciones. Xenofobia desde el pleno y acusaciones de abusos, son algunas de nuestras disconformidades.
¿No que, según nuestra Constitución, no hay fueros ni privilegios?
No son solamente las propuestas de reformas. La actitud de la Asamblea fue la gota que derramó el vaso y rebasó la paciencia de una juventud que está hambrienta de buenos ejemplos y cansada de la fanfarria y la demagogia que hasta insulta nuestra inteligencia y nos falta el respeto.
Es un hecho conocido que nuestra Constitución debe pasar por un proceso de limpieza y depuración que incluya, de manera representativa, la opinión de aquellos que deberemos acatarla: nosotros, el pueblo.
El previo proceso de propuestas de reforma no era incluyente y sí, poco representativo. La clara muestra de ello fue la presencia de diversos actores de nuestra sociedad, quienes, cada uno desde su trinchera, se tomaron el espacio brindado por la Asamblea para expresar su disconformidad ante reformas inconsultas.
No ha sido la lucha de jóvenes universitarios. Muchos trabajamos, otros son estudiantes de colegios, algunos de la comunidad LGBTIQ+, defensores de los derechos de los animales, movimientos juveniles, padres y madres consternados por cómo se han dado las cosas.
Además del proceso poco transparente, es vergonzoso la intentona de incrementar sus beneficios como si ya no fueran suficientes. Un ejemplo Perfecto es el artículo 137 que permite la postulación para más de un cargo durante el mismo periodo electoral, una antigua y corrupta práctica.
Coartan derechos de una minoría (art. 56) e incluso pretenden manejar el presupuesto del Estado sin aprobación del Órgano Ejecutivo (art. 271).
Nosotros, el pueblo, pedimos ser escuchados, tomados en cuenta y que este proceso se lleve a cabo con la mayor participación e inclusión posible.
No fueron protestas “taquilleras” . No se trató de una lucha vacía. Es la desesperación palpable que corre por nuestras venas al ver como poco a poco se hunde nuestro país en manos de quienes sentimos han engañado y traicionado nuestra confianza.
Se anuncia un periodo de consulta con la mediación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el retiro de la propuesta por parte del Ejecutivo. Estamos atentos. Sabemos que no es cualquier lucha. Es la lucha por la refundación de nuestra República.
La autora es egresada del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana
