A pesar del encierro, muchos artistas han seguido buscando la chispa que encienda la belleza de su oficio. Actores, músicos, escritores, pintores, bailarines no han renunciado a seguir siendo artistas a pesar del confinamiento y de la losa económica que también les ha caído encima como a todos. Porque la belleza construida en un cuento satisface, pero no llena el estómago ni paga facturas.
El Ministerio de Cultura se está moviendo mucho en medio de la pandemia y nos ha servido muy buenas opciones culturales para los días duros de encierro y no han dejado ningún arte por fuera: hemos podido disfrutar de muy buenos encuentros virtuales y programas con lo mejor de nuestros artistas, que no han perdido el arte de chifiar las preocupaciones para seguir creando.
Es cierto que todo es mejorable y que son necesarias más y mejores políticas económicas dirigidas a los artistas, pero caminamos en una buena dirección o, por lo menos, vamos caminando que no es poco. Tenemos que seguir aplicando a la Cultura, un sano “optimismo crítico”, porque los países se construyen también echando mano de las herramientas que funcionan y que pueden, por su uso, ser más eficientes con el paso del tiempo.
Mis amigos pelean cada día con sus propias circunstancias y muchas no son fáciles, pero vale la pena seguir trabajando, ser un artista de la supervivencia cultural, un optimista con respecto a los derroteros que puede tomar nuestro país: quieren seguir componiendo, pintando o escribiendo; quieren seguir ofreciendo su arte para dotarnos de criterio y para ayudarnos a luchar contra nuestros propios demonios.
Queda mucho por caminar en lo político y tenemos fe. En lo artístico, estamos listos para seguir creando a pesar del encierro y la crisis. La próxima vez que disfruten del arte, recuerden: los artistas no sólo trabajan por amor al arte: también tienen la mala costumbre de comer y pagar sus facturas. Y eso, en estos tiempos, es todo un arte.
El autor es escritor