La madrugada del pasado 7 de julio, en su residencia de Puerto Príncipe, murió el presidente de Haití, Jovanel Moise, acribillado con armas de fuego empuñadas por sicarios haitianos y colombianos. Para garantizar el resultado fatal, dispararon tiros de gracia en el pecho y el rostro del presidente. Esa desolada tierra isleña, de 1697 a 1804 fue colonia de Francia, centro del tráfico de esclavos africanos. Bastión de piratas y corsarios desde la isla Tortuga hasta Pointe Quest y Fort de Rocher, se transformó en país de opereta siempre gobernada por tiranos. El magnicidio de Moise cierra una época tormentosa y abre otro escenario, peor que el terremoto del año 2010 que mató a 300 mil haitianos. Acusan con nombres y fotos a 26 exmilitares colombianos de los cuales hay 17 detenidos. Dos sicarios son haitianos nacionalizados en Estados Unidos.
En Panamá, en enero del año 1955, murió asesinado el presidente José Antonio Remón. Rubén Oscar Miró confesó ser el autor del crimen y delató como cómplice primario al primer vicepresidente de la República, José Ramón Guizado. En posteriores declaraciones, Miró se retractó y también repudió su propia confesión como gatillero de la ametralladora utilizada como arma mortal. El magnicidio, aderezado por las curiosas y variables confesiones del sindicado Miró, convirtió los procesos judiciales en circos de tres pistas, gran festín para la opinión pública de aquella no muy lejana época. La cuenta final es que Miró y todos los demás sindicados fueron declarados inocentes.
En Haití puede ocurrir algo similar. La investigación apenas comienza; escasa información por parte de las autoridades, excepto el video de los sicarios, como Pedro por su casa, entrando al patio del asesinado presidente. Los fiscales han citado a declarar a Dimitri H. Herard, jefe de seguridad, para que explique lo que sepa del tema y el motivo de su vuelo, el pasado mes de mayo, a Colombia y Ecuador.
No hay secreto entre dos personas, sobre todo en esta época de avanzada electrónica; todo individuo que lleva un celular puede grabar voz y video. En las calles, parques, bancos, tiendas, restaurantes y residencias hay cámaras detectando rostros, movimiento y palabras. Si usted hace una llamada telefónica, la misma queda automáticamente grabada en la nube o en el servidor, disponible cuando las autoridades lo requieran. Si toma el metro, el bus, un avión, también queda grabado. De hecho, los 26 colombianos volaron la ruta Bogotá-Panamá-Santo Domingo-Puerto Príncipe, no el mismo día ni a la misma hora, pero todos en video. Solamente no se registran sus pensamientos. No hay peor secreto que el confiado al mejor amigo: no se lo cuentes a nadie, si dices que yo fui, lo niego; tu vecino me dijo que la del frente salió de noche, no prendió la luz del carro y después la vieron en …
¿Secreto entre socios de negocios, entre criminales, esposo a esposa? No hay secreto que valga cuando los nervios, las pasiones o el interés están de por medio. Seguramente usted ha escuchado que la delación premiada es una ley del país, esto significa que el sicario número cuatro ofrece decir todo lo que sabe contra el bandido número ocho y el juez rebaja al delator todo o parte de la pena de cárcel. Esto no es cuento. En este momento, los 26 asesinos presos en Haití están cantando mejor ópera que Plácido Domingo.
El autor es abogado


