Estuvo muy bien el señor presidente Laurentino Cortizo, en su discurso del pasado 1 de julio, al dirigirse al pueblo panameño y rendir el informe de su gestión durante el primer año como presidente de la República, expresando una visión de nuestro desarrollo hacia el futuro inmediato.
El mandatario exhibió un extraordinario dominio de si mismo y escena; ducho en el uso del teleprompter. Con impecable imagen, buen verbo y tono de voz. El discurso fue necesariamente largo, sin embargo, de contenido abundante de tópicos interesantes.
No aburrió ni hubo bostezos; la audiencia siempre estuvo atenta al contenido de la pieza oratoria. Es evidente que el presidente responsablemente se había preparado; inclusive ensayó el discurso para la ocasión que había generado gran expectativa.
En mi humilde concepto, de todos los expresidentes que he conocido en mi vida y mas los de post invasión, que son bastantes, ¡Cortizo es el mejor, aunque no es un estadista! Es consagrado y ha desarrollado el método de comunicación “del encantador de serpientes”, aunque no es plenamente sincero y allí radica su principal debilidad, que consiste en que no se ha identificado plenamente con su pueblo.
Por otra parte, no cabe la menor duda que la estructura del discurso seccionado por temas -inclusive las pausas para los buchitos de agua, detalle necesario creo fue en exceso-, es el resultado del esfuerzo de varios cerebros ilustres en su entorno en una coyuntura oportuna, después de un letargo y ausencia de buenos consejos, que se notaban en los yerros constantes del mandatario, en varias ocasiones ensimismado, por no decir fantoche, desacertado, ¡y sin brújula!
Debo expresar que el tema de las reformas constitucionales o nuevo contrato social de los panameños, nunca debió ser marginado del discurso, y eso fue así acordado entre él y sus asesores, lo que fue un equívoco de miopía política, toda vez que los pueblos admiran a los dirigentes valientes que reconocen sus errores y piden disculpas: “es el torrijismo original”. Hablar de la Constitución era tan obligante como hablar de la pandemia.
No es cierto que por causa del coronavirus la popularidad del presidente Cortizo se desaceleró y perdió altura. Así se expresan los aduladores y lisonjeros del palacio.
Cuando la pandemia llegó, encontró al presidente ya en descenso, pues su error en tratar de imponer unas reformas sin la participación del soberano en la redacción del documento, lastimó y decepcionó a la ciudadanía y esta sigue resentida. El presidente desperdició la gran oportunidad de convertirse en un estadista, al no atreverse a ofrecer las obligantes disculpas, apenas piso ese umbral. Debería rectificar y desistir de su empeño, ya que lo que trasciende y cada vez mas se evidencia, es su interés por el status quo, lo que él llama “presidencialismo”, término que no existe en la Constitución. Él y los suyos prefieren que todo siga igual. Dicho mejor, al presidente no le interesa un cambio constitucional serio y patriótico. Aquí debo reiterar el pronunciamiento de la Asamblea Francesa en 1789, “Donde los poderes no están separados, no había Constitución, y donde no hay Constitución, no hay democracia” .
Señor presidente Cortizo, por supuesto que lo conveniente para la República y sus hijos es el acuerdo nacional. Dependerá de su responsabilidad histórica descartar “el juega vivo”. Si realmente le inspira engrandecer nuestra República, tenemos que acabar con los factores que fomentan la “pandemia de la corrupción”, tan letal como la de la Covid-19. Todos sabemos que el vicio se inicia en el Órgano Ejecutivo y de allí deriva en metástasis cada quinquenio, atrapa y corrompe toda la administración del Estado. ¿Qué fuerzas ocultas le impiden adecentar la República mediante la constituyente paralela? Además, usted se comprometió a esto. No habrá un acuerdo nacional legítimo, honorable y sagrado… que no lo encabece la constituyente paralela que reglamenta la Constitución en el artículo 314.
Distinguido panameño presidente, por efectos de la ley física del “comportamiento de los cuerpos”, “la masa mayor atrae a la masa menor”… Si el sistema permite que los presidentes sean, a la vez, procuradores, contralores, magistrados, diputados, ministros, comandante de la FP y control del presupuesto nacional… ¡Habrá corrupción! Toda vez que como esta polarizado en un solo puño el poder, recursos y fuerza en la República, jamás lograremos la separación verdadera de los tres órganos del Estado.
El autor es general (r) y ex ministro de Estado