Casi todos los panameños sabemos que en el trasporte público colectivo o selectivo que opera en el territorio nacional, por décadas ha existido un mal, al parecer irreparable, que es el gran negociado de cupos y permisos para poder circular y ejercer la actividad de transportista debidamente autorizado. Eso lo saben con claridad las autoridades que están nombradas y asalariadas, con el objeto de garantizar la ley que lo regula, pero son estas quienes se encargan de hacer que la crisis se acentúe, por falta de valentía, ética, seriedad e imparcialidad, en el propósito de sus tareas.
Casi siempre, al final de los cinco años del periodo de gobierno de quien fuese, se termina comentando el nuevo gran negociado que hicieron quienes pasaron por los cargos con los cupos, permisos y tramitaciones.
Los trasportistas serios de este país y quienes intentan ingresar en la actividad, esperan que con la llegada de un nuevo gobierno se nombre a un ciudadano decente y deseoso de enderezar el camino de la actividad. La respuesta siempre conocida es que se nombra un carpanta que viene con un librito de mañas peor que el de su antecesor y, por lo general, este es un títere de algún todopoderoso diputado del país, o un “preferido” de un alto cuadro del partido político de turno. Lo cierto es que la situación pareciera nunca acabar: o te sumas a la corrupción imperante o no entras al sistema.
En el transporte se negocia con casi todo: con los cupos, los permisos, las nuevas rutas, el zarpe en las piqueras, el ser miembro de una piquera, el ser dueño de la piquera, el pasaje de los ciudadanos, los colores de los vehículos, los talleres para el revisado, las placas y con cuanta macabra forma se les ocurra a algunos mal llamados “dirigentes”. Al final del día o del mes, todo ello repercute en la atención y costos para el usuario o para los mal llamados “palancas”, quienes son los conductores reemplazo de los propietarios del transporte.
“Dirigentes transportistas” millonarios con montones de cupos de buses y taxis; profesionales de la medicina, la ingeniería y el derecho, sin haber tocado el timón de un transporte selectivo (taxi), son dueños de varios cupos y solo les reportan en las tardes a sus hogares, la ganancia de los mismos. Empresarios, banqueros y finqueros tienen entre la flota de vehículos de su hogar varios cupos, y los pobres “palancas” solo pueden llevar raquíticas ganancias a su hogar, ya que hay otros tunantes que le han quitado el machete de trabajo, gracias a la influencia suprema del dinero o del influjo político partidario.
En la ley de transporte se estableció que para obtener los cupos selectivos (taxis) se tiene que hacer por vía de las prestatarias, y estas están en la obligación de cumplir con una serie de requisitos. Algunas de estas prestatarias son una pocilga de fachada, que no cumplen con ninguno de los compromisos establecidos en la norma, pero sus dirigentes negocian los famosos “cupos políticos” y los venden a sus amistades en cifras que oscilan entre 5 mil y 20 mil dólares. Si se revisa quiénes las administran, encontrarán sujetos que tienen más de 25 o 30 años al frente de las mismas y que son las morsas que se tragan la mayoría de los cupos “políticos” que entregan a sus familiares y amistades.
Ahora, a través del cooperativismo, algunos dirigentes tratan de cobrar impuestos mensuales y/o anuales por la asignación de cupos a sus miembros, cual si se tratara de un negocio de bienes colectivos de socios, cuando hablamos de permisos propiedad del Estado. ¿Se pronunciará el IPACOOP sobre el particular? Lo peor es que a algunas de esas personas que hoy son “dirigentes”, se les olvida cuando ellos estaban abajo y ñarreaban las oportunidades que hoy niegan a panameños desposeídos.
Ni hablar de los cientos y cientos de cupos que han entregado a los extranjeros, con la vulgar excusa de que se trata de compañías “serias y organizadas”. Problema serio nacional es entregar la oportunidad de los panameños necesitados y no querer ver la crisis laboral que nos revienta en la cara diariamente.
El autor es politólogo y escritor