Quien resultó ser el ladrón más grande en la historia de Panamá anunció hace años a sus amistades su modelo maestro, previo a meterse en la política. “Voy a crear un partido político pagando inscripciones y correré para presidente. Perderé la primera vez, pero en la segunda vez ganaré. Ya con el poder, voy a robar como nunca se ha visto y cuando cumpla mis cinco años, a punta de billetazos, pondré a un candidato que responda a mí con mi compañera de vice y seguiré mandando. Cuando vengan las demandas, tendré miles de millones para comprar jueces y magistrados hasta poder volver a correr y volver a ganar... A punta de billetazos”.
El daño que causó el innombrable al país fue profundísimo, pero lo peor es que el modelo “círculo vicioso” que creó ahora se ha convertido en el modelo dominante de otros aspirantes que están hoy en posiciones de poder público.
Por ejemplo, hoy los de “el combo” del actual gobierno PRD han decidido -por el modelo “círculo vicioso”- hacer igual colecta supra millonaria de fondos públicos, completar la compra de todos y cada uno de los delegados de la convención nacional del partido que el innombrable les demostró eran fácilmente comprables, y lograr la secretaría general. Así, iniciado su modelo político, piensan lograr el premio de la candidatura presidencial. La única competencia posible que tienen es un personaje dominante en la Asamblea, que por su lado también hace lo mismo y ha acumulado una tesorería con dineros del Estado, lo que le da capacidad de usar el modelo de los billetazos.
Ahora bien, el modelo tiene una gran falla y es que el premio mayor –la Presidencia– depende de la soberanía ciudadana, pues ya se comprobó que los billetes, las bolsas, las neveras, el cemento y un largo etcétera de subsidios –incluso pagar impresionantes mítines masivos con asistentes pagados –, la mayoría de las veces no funcionan, debido a que la gente les recibe el pago, pero vota como le da la gana. Aún recuerdo la visita poselectoral del innombrable al Tribunal Electoral, porque “no podía creer” que había perdido, a pesar de que –según su criterio– ¡había comprado a todo el país! El modelo del “círculo vicioso” había fallado.
Y ahora, con todo y su absolución, tiene a sus hijos presos y con pasaje a Nueva York, donde afrontan condenas de 40 años de prisión (o sea, vida) si no negocian al verdadero objetivo del proceso: ¡su papá!
Al llegar sus hijos a Nueva York, el sistema judicial de Estados Unidos levantará el “sello” –o velo confidencial– al indictment, identificando al expresidente y a una docena de sus cómplices. Así, ellos terminarán formalmente siendo imputados por la justicia de Estados Unidos. Sus negocios formales seguro estarán sujetos a grandes limitaciones y él estará con “país por cárcel”, sujeto a que cualquier resbalón produzca una captura por parte de autoridades internacionales (tipo Cabo Verde y Guatemala).
Hace unos días, el secretario de Estado estadounidense anunció, como nueva política internacional de su país, que ahora considerarán la corrupción como una “amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos”. Como primera acción de la nueva política, dijo, se dio el arresto en Cabo Verde del financiero de Maduro (Venezuela) , así como el del Pollo Carvajal (Colombia) y el de los hermanos Martinelli (Panamá), todos mencionados con nombre propio. O sea, los “niños” pasaron de ser “un caso” a ser parte de la ejecución de una política internacional en defensa de “la seguridad de Estados Unidos”.
Esto constituye un cambio radical en la política de Estados Unidos. El Secretario de Estado, además, aceptó el error cometido por Estados Unidos al fortalecer los estamentos de seguridad de países del continente, en vez de atacar -en su propio país- la demanda de la droga (mensaje a los gorilas de que actúen con cuidadito).
Esto es un reconocimiento claro de que la solución al problema internacional de la droga requiere de justicia también internacional.
Pareciera que el modelo del “círculo vicioso” con que los corruptos y sus aliados jueces y magistrados inventan sus trampas tendrá un tropezón que tiene cara de cárcel. Si no aquí (tierra de “absueltos”), ciertamente allá.
El autor es fundador del diario La Prensa

