Las creencias son valoraciones u opiniones que heredamos y construimos de nosotros, nuestro entorno y de la vida misma. Nos sirven como criterios de valoración; juzgamos lo que nos rodea a partir de esas convicciones y nos basamos en ellas para desenvolvernos en nuestra vida.
El ambiente familiar, el entorno en el que estamos y la educación que recibimos, influyen en la conformación de estas, las cuales muchas veces pueden ir cambiando con el paso del tiempo.
Las decisiones que tomamos, las evaluaciones que realizamos, las metas que nos trazamos, todo aquello que aceptamos o rechazamos, todo se ve influenciado por nuestras creencias.
Muchas veces pueden ser grandes aliadas al darnos una sensación de fortaleza y seguridad. Pueden llegar a servirnos de estímulo, entrega y motivación para construir nuestro camino y alcanzar nuestros objetivos.
Otras veces, por el contrario, pueden minar el terreno emocional, dejándonos con un sabor amargo por hacernos creer que tal actividad, persona u ocupación no es para nosotros o no somos capaces de lograrlos. Nos sugestionamos, dudamos de nuestras capacidades y nos llenamos de miedo, bloqueando la oportunidad de intentarlo.
El problema no es la existencia de las creencias (porque siempre las hay), sino si las desconocemos y qué hacemos con ellas cuando las hemos identificado.
Es importante identificar cuáles y qué tanto nos regimos por ellas. Si estas nos permiten crecer y desarrollarnos o si, por el contrario, nos mantienen presos y limitan nuestro potencial.
Cuando nos damos la oportunidad de conocernos, de conectarnos con nuestras emociones y permitimos abrir un espacio para la introspección, podemos poco a poco identificar cuáles son nuestras creencias sobre nosotros mismos, nuestras fortalezas y oportunidades de mejora, quiénes somos, qué queremos y necesitamos, hasta dónde queremos llegar, en qué o en quién confiamos, entre otras cosas.
Al conocer con qué creencias nos manejamos y comprender el papel que juegan en nuestra vida, podremos trabajar mejor en la toma de decisiones y bienestar emocional.
La autora es psicoterapeuta y psicooncóloga, Universidad de Panamá