Panamá se enfrenta a una “catástrofe laboral”. Este año, 15% de los trabajadores del país perderá sus fuentes de ingreso debido a la Covid-19. Entre 250 mil y 300 mil nuevos desempleados (as) se sumarán a los 146 mil ya existentes, para llevar la tasa de desempleo por encima del 20%, la más alta de la historia, trayendo consigo una crisis social sin precedentes. El impacto es inminente, inevitable, y no terminará en diciembre del 2020.
La Covid-19 impactará el empleo en sectores que en su conjunto representan 941 mil 583 empleos (509 mil 891 formales y 431 mil 692 informales), prácticamente la mitad de la población ocupada, 59% de la fuerza laboral no gubernamental del país, y aportaron 3 de cada 5 nuevos empleos generados en los últimos 5 años. Estos sectores son: comercio, industria, logística, hoteles/restaurantes, entretenimiento, servicios administrativos, servicios financieros y seguros.
El presidente Cortizo anunció un Plan de Reactivación Económica que contempla ayudas financieras a las micros, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), un paso en la dirección correcta tomando en consideración que los trabajadores informales y aquellos que laboran para empresas con menos de 10 colaboradores representan más de un millón de panameños (as), 53% de la fuerza laboral del país.
Pero la inyección de liquidez es un estímulo temporal que por sí sólo no logrará reactivar la economía. Se necesitará la reapertura de los bloques de actividad económica, dentro de los parámetros sanitarios adecuados, y el aumento del consumo, para lo cual necesitará de la creación de confianza.
Recuperar la confianza será más difícil que vencer al virus, en un ambiente polarizado como el actual, con denuncias de falta de transparencia y deterioro de la credibilidad del gobierno, búsqueda de “culpables” y no soluciones, así como la peligrosa trivialización de la situación como un tema de “ricos y pobres, buenos y malos, víctimas y victimarios, Calle Arriba vs. Calle Abajo”, etc.
El coronavirus es la mayor amenaza sanitaria, social, económica y laboral de la historia. Del manejo que hagamos hoy de la pandemia dependerá si tendremos que “reactivar” la economía o reconstruirla. Es necesario un diálogo nacional urgente, partiendo de cifras reales. La verdad es una sola. No tiene sentido entretener la idea de que la situación se resolverá con un programa, una inyección puntual de recursos a la economía, o castigando a un sector para beneficiar a otro, en una economía totalmente integrada.
La Covid-19 acentuará tendencias laborales que ya hacían a Panamá vulnerable, como la caída del empleo asalariado privado. El sector privado genera 85% del empleo en el país, del cual 45% es asalariado y 40% no asalariado. Pero el componente asalariado se ha venido contrayendo, de hecho, en el 2013 representaba el 53% de todos los empleos, es decir, perdió 8 puntos en 6 años. Al final del 2020, la mayoría de los trabajadores del sector privado serán no asalariados.
Panamá genera principalmente empleo informal. En los últimos 8 años (2011-2019), 3 de cada 4 empleos creados fueron informales. Entre el 2014 y 2019, el porcentaje subió a 85% (el otro 15% fue el resultado del aumento de la planilla estatal, con la incorporación de 35,350 nuevos funcionarios), mientras que el último año (2018-2019) 100% de la expansión del empleo fue informal.
El empleo formal presupone vinculación laboral y cotización a la CSS de manera mutuamente incluyente. De tal manera que los informales incluyen a: 1, empleados sin contrato de trabajo; 2, trabajadores por cuenta propia; 3, patronos con menos de cinco empleados; 4, empleadas domésticas, y 5, trabajadores familiares.
Contrario a la noción de que “los informales no cotizan a la Caja del Seguro Social” (CSS), en el 2018 (informe más reciente), había 411,518 cotizantes no asalariados a la CSS, 26% del total de cotizantes (que son, por definición, informales), un aumento de 7 puntos versus el 2014. Estos cotizantes no asalariados representaron 60% de los trabajadores informales existentes en el 2018.
Más aún, entre el 2014 y 2018, los cotizantes no asalariados (trabajadores informales) aumentaron 5 veces más que los asalariados (84% vs. 16%), y parecen ser clave para el futuro de las finanzas de la CSS.
En resumen, por irónico que suene, los informales seguirán siendo el motor del empleo en el país y tendrán un papel protagónico, tanto en la reactivación económica como en el futuro de la Caja del Seguro Social.
El autor es asesor empresarial

