El síndrome “Kalkitos”



Los Kalkitos son un recuerdo entrañable de los ochenta. Dentro de un paquetito transparente venía un escenario que se abría en horizontal y una lámina con personajes y sus accesorios que se pegaban sobre éste. Podías escoger tu aventura: la guerra, la conquista, el espacio, los vikingos y un largo etcétera que desesperaba a las madres apuradas: era difícil escoger.

Estamos encerrados en un Kalkitos: nos han dado un escenario y una lámina para que “construyamos” una aventura, la de ser patria, la de ser panameños. Nos encasillan y nos hacen creer que no hay más escenarios, que donde estamos es donde nos merecemos estar, y que no se nos ocurra pedir otro escenario, otras circunstancias. Y encima nos llevan cantando “Juan Albañil”, “las caras lindas de mi gente negra” o “Pablo Pueblo”, como si debiéramos vivir encerrados en una sola historia: nos han creado, con nuestro consentimiento o no, un escenario del que no debemos salirnos.

Los valientes del Kalkitos eran los que ponían un elemento de la lámina fuera del escenario, en un libro o en un cuaderno. O en otro escenario, desafiando el guión. Muchos prefieren la seguridad de lo establecido a la libertad de elegir hacia dónde se quiere ir; muchos se resignan a su papel de tonto útil en esta tragicomedia que se llama Panamá: “tragi” para nosotros; “comedia” para ellos, que se ríen con los bolsillos llenos de nuestra condición de congos.

Va siendo hora de buscar nuevos escenarios, de desafiar el guión de las viejas canciones. Tenemos que ser más valientes para derrotar esta manera de gobernar nuestro país. Tenemos que pasar a la acción, y la primera, es decir basta, darse cuenta de lo que ocurre para tener la voluntad de cambiar las cosas. Los entusiastas de la ignorancia confían en que no cambiaremos de escenario y en que sigamos contentos, completando el Kalkitos que a ellos les interesa con la mediocridad que les conviene.

El autor es escritor

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