Con mi profunda solidaridad con las familias que han perdido a un ser querido víctima de la Covid-19 y el mayor de los respetos por las autoridades de salud y equipos asesores, quienes desde el primer momento asumieron un claro liderazgo en la lucha contra la pandemia, opino que es hora de replantear la estrategia de confinamiento.
Luego de 5 meses de cuarentena y 3 de iniciada la reapertura del Bloque 1, tenemos dos resultados. Primero, Panamá es el país con el mayor número de contagiados por habitante en el mundo entero. Segundo, con suerte, “sólo” 300 mil panameños (as) perderán su empleo en el 2020, que se agregarán a los 146 mil ya existentes antes de la pandemia, para llevar la tasa de desempleo por encima del 20%.
El daño económico, laboral y social de la estrategia actual de restricción de movilidad superará con creces cualquier futuro beneficio sanitario que pudiera ésta traer y que no ha logrado en 5 meses. No podemos hacer lo mismo y esperar resultados diferentes. Es necesario rectificar antes de que sea demasiado tarde para reactivar la economía y tengamos que reconstruírla.
Ya estamos ante una “catástrofe laboral” sin precedentes. Los pronósticos de 10% de caída en el Producto Interno Bruto (PIB) y 20% de desempleo al final del 2020 son proyecciones “optimistas”. Nos encontramos quizás a 45 o 60 días de un “punto de no retorno”, un colapso económico con consecuencias sociales inimaginables. La pérdida de 300 mil empleos en el 2020 es inminente e inevitable. Tenemos que prevenir que el daño económico, laboral y social sea aún mayor.
Hay 275 mil contratos suspendidos y registrados en Mitradel, es decir, 31% de los empleos formales del sector privado (873,750 a agosto 2019). Si a esa cantidad se le agregan los contratos suspendidos y no registrados en Mitradel, particularmente en Mipymes, muchos de los cuales no serán reactivados, podemos afirmar que, hoy por lo menos la mitad de los empleos formales del sector privado están suspendidos, o ya no existen.
La Covid-19 está impactando a 7 sectores que en su conjunto representan 941,583 empleos (509,891 formales y 431,692 informales), prácticamente la mitad de la Población Ocupada , y aportaron 3 de cada 5 nuevos empleos generados en los últimos 5 años. Estos sectores son: comercio, industria, logística, hoteles/ restaurantes, entretenimiento, servicios administrativos y servicios financieros/ seguros.
La Covid-19 va a arruinar a mucho más gente que la que va a enfermar, y sus repercusiones socioeconómicas serán muy superiores a las sanitarias. El “enemigo” ya no es sólo el virus, es el hambre también. No hay respuestas “correctas”, pues se han seguido lineamientos de las autoridades mundiales de salud. Pero habiendo transcurrido 5 meses, es preciso poner sobre la mesa que tenemos dos tipos de víctimas, las médicas y las económicas.
¿Cuántos empleos más estamos dispuestos a sacrificar? ¿Cuáles serán los beneficios, si en 5 meses no los hemos podido lograr? ¿Es confinar a toda población y paralizar la economía la única manera de controlar la tasa de contagios? ¿Eliminar la cuarentena aumentará los casos? Seguro, pero ¿cuánto costará no hacerlo?
La economía sólo se reactivará cuando se reactive el consumo, no antes, por muy buenas que sean nuestras intenciones. El aumento en el consumo y actividad económica también incrementarán la recaudación fiscal, que en los 6 primeros meses del 2020 mostró una caída de 1,384.6 millones de dólares inferior a lo presupuestado.
Esto presupone levantar las restricciones a la movilidad. En este contexto, ¿cuáles serán los sectores que reaccionarán más rápidamente, en consumo y empleo, al levantamiento de las restricciones de movilidad? Aquellas que ya tienen una demanda sostenible.
Algunas de éstas incluyen la cadena agroalimentaria y fitosanitaria (desde el productor hasta el consumidor), así como la construcción, por su efecto multiplicador en otros sectores. En el marco de lo que sea sanitaria y económicamente viable, otras actividades a considerar incluyen el comercio en general y la venta de autos nuevos, que generan 17% de los créditos y 20% de las pólizas de seguro en el país.
El peor enemigo de la reactivación económica es la incertidumbre. Si ésta viene acompañada de pesimismo, aumentar el consumo será prácticamente imposible. Sin consumo no hay ventas, sin ventas no hay ingresos y sin ingresos no hay empleos. Esto a su vez requiere crear confianza. Así de simple.
El autor es asesor empresarial