El año pasado terminamos con una sensación de pesimismo acerca de nuestro futuro. Justo en esos días, alguien cercano me regaló el libro The Fourth Turning, de William Strauss y Niel Howe, del cual cito: “había una sensación de que estábamos como pudriéndonos desde adentro”.
“No percibimos grandeza en nuestros dirigentes políticos y sentimos que cada elección nos trae otra nueva desilución”.
Acá, en Panamá, la desconfianza en nuestras instituciones es cada día más marcada: la deuda pública aumenta en forma desproporcionada y en forma peligrosa por estar dedicada no a inversiones con rédito social, sino a planillas políticas de gente que no hace mas que hacer más ineficiente e inepta la gestión del gobierno. El sistema de seguridad social más importante del país está al borde del abismo y no hay gobierno que se atreva (por miedo a la reacción de los ciudadanos) a resolver lo inevitable de una vez por todas.
¿Es ésta la primera vez que, en un país del ámbito democrático, la población siente esa sensación de desesperanza y frustración? Por supuesto que no. En Estados Unidos, considerado hasta hoy la estrella mundial de la democracia, se ha vivido muchas veces la sensación de que todo se está deshaciendo y lo increíble es que cuando se han producido impulsos revolucionarios de cambios al statu quo, a todos los toma “por sorpresa”.
Pues bien, todo ésto que he descrito está sucediendo en nuestro Panamá, incluyendo el discurso presidencial, cuya negativa recepción confirma todo el sentimiento de perverso cinismo colectivo que nos embarga.
Sin embargo, hoy estamos viviendo un nuevo año. Para hacer un “borrón y cuenta nueva”, escuchemos unos minutos a Facundo Cabral: “este es un nuevo día (año)... para empezar de nuevo... para cantar, reír... y volver a ser feliz”... Ahora, veamos cómo vamos a vivir. “¡Basta el miedo que heredamos!”
Tenemos que vivir, no dejar que “nos vivan”. Ellos no valen nada; son unos fracasados. Somos nosotros, que representamos la mayoría honesta y trabajadora, quienes vamos a decidir cómo vamos a vivir. Somos nosotros, quienes seremos los creativos y lograremos los cambios que lleguen a eliminar -¡sí, a eliminar! – la pobreza, cambiando el sistema democrático liberal para que, por vía directa, cada panameño deje de ser pobre, tenga casa propia y se eduque en la mejor escuela que quiera; así tendremos todos –todos– el capital propio para crear nuestra propia microempresa.
¿Estoy soñando? Sí, pero ya hay 26 países en el mundo que cumplieron con ésta reforma directa. No es un invento mío; es un sueño mío, que me enteré ya estaba inventado.
Que si el PRD quiere repetir con el más cuestionado de sus ministros... Que si el Panameñista de Blandón... Que si ya pactó con Varela... Que si el CD de Rómulo ó de Ábrego... Que si el fugitivo de la justicia internacional va a ser candidato...
Todo, absolutamente todo ésto es mirar para atrás. No me interesa porque todo es más de lo mismo, y lo mismo no es aceptable.
Yo quiero ver políticos nuevos, frescos, con honradez comprobada y con vocación social, capaces de decidir construir el fondo soberano que eliminará la pobreza de un solo tajo. No es secreto quiénes son: Ricardo Lombana, quien ya tiene un trabajo partidario muy adelantado; Rubén Blades, un orgullo patrio, capaz de producir en el país un nuevo entusiasmo; los jóvenes diputados Juan Diego Vásquez, Gabriel Silva, Edison Broce y Raúl Fernández son los fenómenos de la juventud política nueva; el joven talento e historiador Diego De Obaldía, y dos jóvenes talentos nuevos –Roberto Federico Zúñiga y Miguel Zúñiga- que pretenden emular los pasos de su tío abuelo –el patriota Carlos Iván Zúñiga– y así habrá otros más. Por supuesto que lo ideal sería que todos ellos se juntaran para lograr una gran unidad de los independientes que sueñan con un cambio radical dentro de una democracia más democratizada y -sobre todo- más justa.
Si el 9 de enero de 1964, una muchachada con sentido de patria lo cambió todo, ahora en el 2022 será otro impulso de la juventud el que sentará la base del nuevo país que queremos todos.
Si lo queremos así, así será... y la juventud de hoy habrá escrito la historia de nuestro futuro.
El autor es fundador del diario La Prensa

