La felicidad es una emoción que siempre ha provocado grandes expectativas y que todas las personas anhelamos alcanzar. Aunque lograrlo a veces no es tan fácil como pensamos, siempre existe la posibilidad de vivir tan felices como merecemos. Lo importante es establecer ciertas pautas y hábitos que nos acerquen a vivir una vida feliz y mantenernos enfocados.
Reconocer que la felicidad es un aspecto importante y prioritario en nuestra vida representa un primer paso para asumir el deber de ser felices. Es una decisión que tomamos conscientemente cada día, pues resulta un componente indispensable de la vida plena y de nuestra realización personal.
Este 20 de marzo celebramos el décimo aniversario del Día Internacional de la Felicidad, fecha establecida por la Asamblea General de la ONU (el 28 de junio de 2012), con el propósito de que el mundo entero dé mayor relevancia al tema de la felicidad, esa búsqueda fundamental que emprende todo ser humano.
Debemos hacernos tres preguntas claves: ¿somos más o menos felices que hace diez años? ¿Estamos haciendo lo necesario para vivir esa vida feliz que queremos? Y, ¿nos estamos enfocando realmente en la felicidad genuina?
Resulta difícil pensar que podemos vivir felices con tantas dificultades y conflictos que existen en el mundo, principalmente con el efecto que ha tenido desde hace dos años la pandemia en la vida de todos nosotros. Pareciera que nuestra felicidad está amenazada y que se nos complica sostener esa felicidad tan necesitada.
Inclusive, con nuestros propios tropiezos, sufrimientos y preocupaciones, a veces pareciera que la felicidad se nos pierde de vista.
Todos vivimos circunstancias difíciles y la adversidad nos golpea. Aun así, hay que proponernos encontrar un sentido a la vida y confiar en que podemos salir adelante. Ser felices es cuestión de creer que se puede identificar el conocimiento y las herramientas que nos lleven a crear vivencias y experiencias que nos llenen de profunda felicidad.
Al aceptar que la felicidad es imprescindible para cambiar y mejorarnos a nosotros mismos y al mundo, de seguro haremos el esfuerzo de aprender cómo podemos vivir más felices y con mayor dicha, gozo, agradecimiento y paz. Si juntos nos lo proponemos, lograremos un efecto poderoso que producirá un impacto muy positivo en toda la humanidad.
Ya lo decía Aristóteles, que el bien supremo del ser humano es la felicidad, a través de la cual se logra la plenitud de la vida. Sentir esa sensación de bienestar y autorrealización no tiene precio. Hay que cultivar armonía dentro de nosotros y en nuestra interacción con lo externo. Hay que buscar con el corazón lo que es bueno para uno mismo, para todos, viviendo de manera humilde, sencilla, dedicada y solidaria.
El sentido de una vida alegre y feliz es vivir soltando y fluyendo con amor y fe.
Solo así estamos en capacidad de apreciar que nuestra vida es buena, significativa y que vale la pena todo esfuerzo por sentir esa sensación de satisfacción y bienestar que nos genera la felicidad.
Muy poca gente está familiarizada con este Día Internacional de la Felicidad, pero al menos ahora tú ya sabes que existe. La felicidad es una aspiración universal y qué mejor manera de festejar la felicidad que reflexionando acerca del significado y alcance de esta importante emoción, sentimiento o sensación, y reconociendo el valioso papel que juega este positivo estado de ánimo en ellas.
Que la felicidad nos acompañe más permanente y frecuentemente.
El autor es escritor y promotor de una vida feliz
