El Supongamos que una aerolínea internacional tiene dificultades para contratar copilotos debido a que muchos no pasan el examen de admisión. ¿Qué pensaría usted si la solución que propone la compañía es reducir los estándares para que más pilotos lo pasen?
Algo similar puede haber ocurrido en relación con la decisión de reducir el puntaje mínimo en el examen de certificación médica, es posible que el comité encargado perdiera de vista el horizonte y tomara esta decisión por presiones debido al elevado número de fracasos en el examen de certificación, el temor a que plazas de internado quedaran vacías y el atenuante de que los estudiantes terminaron los estudios en un ambiente poco propicio por la pandemia.
En Panamá utilizamos un examen diseñado por el National Board Of Medical Examiners, reconocida organización especializada en evaluar conocimientos médicos para profesionales dentro y fuera de los Estados Unidos. Para nuestro país fue un logro importante al proveernos de una metodología adecuada, objetiva y reconocida a nivel mundial para evaluar la preparación de nuestros estudiantes de medicina antes que empiecen a tratar pacientes.
En el examen de octubre del año 2020, aproximadamente el 50% de los estudiantes no alcanzó el puntaje mínimo de 41.5 % que por cierto no es demasiado alto si vemos el desempeño a nivel internacional.
El 93 % de los alumnos de la Universidad de Panamá logró pasar comparado con el 35% de los alumnos de universidades privadas y desconocemos el número de ellos que lo había presentado más de una vez.
El número de fracasos en universidades privadas parece ser entonces el problema principal y lo que hay que tratar de entender es qué cosas pueden estar contribuyendo con un resultado muy doloroso sobre todo para los aspirantes y sus familias que han invertido tiempo y dinero en un sueño que parece cada vez más lejos.
Hay cosas que si han funcionado en universidades privadas, como por ejemplo el puntaje más alto obtenido en el examen fue el de un alumno o alumna de una universidad privada y hubo un número significativo de estudiantes (aproximadamente 130) que si pasó el examen.
Entonces, ¿cuál puede ser la causa de que la mayoría de los estudiantes de universidades privadas no pasó el examen?
Intencionalmente e ignorando la audaz e irresponsable aseveración de que hay mano negra y trampas en el asunto, en la Facultad de Medicina se prepara académicamente a los estudiantes para el examen y existe un estricto control de calidad a través de un sistema “Darwiniano” de selección natural que empieza con el examen de admisión, durante la carrera la nota de pase mínima para cada materia es de 71% y hay un máximo de fracasos acumulados permitidos durante los años que duran los estudios, si un estudiante los sobrepasa es expulsado y no puede continuar.
¿Qué es un sistema muy duro?, quizá algunos opinen que sí, pero los temas de estándares en salud no son negociables y el resultado es que la mayoría de los graduados pasan el examen de certificación, los que no tenían las competencias pudieron reorientar sus carreras y los egresados muy probablemente salen al hospital con las competencias necesarias para atender pacientes desde el primer año de internado.
Debemos revisar si las universidades privadas tienen un examen de admisión lo suficientemente riguroso, si la nota mínima de pase es suficientemente alta, si durante la carrera hay un límite para el número de fracasos o rehabilitaciones y si les apoyan para prepararse para el examen.
Pero aparte de todo esto hay otra pregunta que quizá es la más importante:
¿Existe un conflicto de interés entre las universidades como negocio y el establecimiento de estándares suficientemente altos para aprobar la carrera de medicina? ¿Mientras el estudiante siga pagando… ¿sigue estudiando, aunque no tenga el perfil para ser médico?
Tal vez necesitamos regulaciones que minimicen este potencial conflicto de interés entre el negocio y los estándares y debe explorarse la posibilidad de que se exija a todas las universidades por igual un mínimo de estándares que garantice que los que se gradúan son los que tienen las competencias adecuadas.
Y otra medida de fácil implementación es que haya transparencia total y sea obligatorio que se publiquen los resultados del porcentaje de estudiantes que pasa el examen de cada universidad, así el país sabría la calidad de cada casa de estudios y eventualmente las que no son competitivas terminarían por cerrar.
Sacrificios económicos que terminaron con deudas quizá ahora impagables, sueños que se estrellaron contra la pared de una dura realidad, tiempo perdido, esperanzas que de pronto se desvanecieron, esto no puede seguir ocurriendo y la pregunta es ¿qué hacemos ahora con los que están atorados en esa situación?
Definitivamente bajar el estándar es el camino equivocado, y algo que debemos cuestionar es si las universidades que participaron en estos fracasos tienen o no responsabilidad moral de dar apoyo gratuito a los estudiantes para preparare para el examen o quizás compensarles ofreciéndoles una carrera alternativa, pero algo tienen que hacer pues si son parte o el origen del problema deben ser también parte o la fuente de la solución.
El autor es especialista en Medicina Interna