En la matemática, lo más sencillo es aprender que 2+2 =4; igual 4+2=6 y 6+2=8, y así en adelante. Pues bien, en la justicia panameña, las injusticias parecen ser geométricas: 2+2=22, más 2=222, más 2=2,222.
Es que no termina un escándalo cuando viene otro geométricamente mayor. Por ejemplo: escuchamos que un magistrado, muerto de susto, le decía a una procuradora “¡me grabaron, me grabaron! ¡El caso se va a caer!” ¿Cuál caso? Pues claro que el del ladrón y coimeador más grande en la historia de nuestra República. Y ahora nos enteramos que a ese magistrado llorón hay intención de reelegirlo, ¡por 10 años más!
Otro “magistrado” nombrado por el gobierno anterior, corrió -de tomar posesión- a proponer como presidente de la Corte al magistrado más cuestionado de los últimos nueve años... y lo logró.
También ese mismo “magistrado”, con la tragedia personal de tener un hijo encarcelado por droga, circula un proyecto de fallo que liberaría -¿a quién?- a ese mismo ladrón y coimero más grande de la República. ¡Es que no hay límites a las vagabunderías que se producen en forma geométrica en la Corte de la Suprema Injusticia!
Yo no sé si la solución podría ser grabar oficialmente a todos los magistrados en sus oficinas y en los plenos cuando se reúnen, y además prohibirles recibir abogados que son parte de un conflicto, a menos que esté presente el abogado de la contraparte y cualquier otro magistrado del conflicto jurídico en consideración.
Ahora, luego de los nuevos nombramientos del presidente Cortizo, los nombrados por él serán mayoría en la Corte, en momentos que sería para importantes reformas salvadoras de la democracia o, por el contrario, se asegurará más de lo mismo. Una Corte de la Suprema Injusticia, dejando nuestra democracia coja, al no existir árbitro idóneo, honesto y confiable en el sistema de justicia.
Imagínense un juego - de cualquier deporte - sin árbitro: el caos reinante eliminaría del todo ese deporte.
Pues bien, los ciudadanos tenemos el derecho a ser optimistas o no respecto a la decisión presidencial. Pensemos: el presidente, en sus dos años de gobierno, ¿ha tenido una clara ejecución renovadora o, por el contrario, sus acciones han sido de preferencia “más de lo mismo”?
Debemos responder esa pregunta y, de acuerdo a la respuesta obtenida, accionar nuestro poder ciudadano para procurar lograr la determinación más favorable a nuestro sistema político democrático.
La democracia, compañeros ciudadanos, nunca, nunca se da por hecha. Hay que luchar por ella todos los días de Dios; en esta lucha nunca, nunca hay que tirar la toalla por la frustración pesimista.
Hoy, además de preocupados por la suerte final de la Corte (sí, la Suprema de la Justicia o Injusticia), los ciudadanos también estamos movilizándonos para, con nuestra firma, lograr la convocatoria de una asamblea constituyente, con ánimo renovador, a la que debemos dedicar nuestra acción y poder ciudadano.
Este ciudadano propuso una idea revolucionaria de un fondo soberano con cuenta directa para cada ciudadano , recibiendo muchas buenas reacciones y contribuciones para irla perfeccionando.
En adición, hay un importante grupo de ciudadanos independientes completando la inscripción de un nuevo y prometedor partido político llamado Nuevo Camino Panamá. Esté uno de acuerdo o no con quienes lo conforman, en realidad es un acto esperanzador del poder ciudadano al ofrecer una nueva opción fresca, ya que este grupo comprobó una capacidad de lograr votos en las últimas elecciones.
En resumen: sin duda alguna, nuestro sistema político democrático está en peligro . ¿Cuál es la solución a este enorme dilema? Si se mira al espejo, la encontrará: ¡allí está! Súmese a los movimientos de poder ciudadano que existen o invente uno propio. ¡El futuro del país lo merece!
El autor es fundador del diario La Prensa


