Hasta finales de febrero, la OMS y muchos científicos internacionales de prestigio pensaban que la situación de Covid-19 se podía controlar en China y no se expandiría activamente a nivel internacional. La declaración de pandemia, de hecho, ocurrió el 11 de marzo del 2020. La confirmación de transmisión local en Asia, Europa y Norte América, durante los días precedentes, aceleró el anuncio por parte de la máxima instancia sanitaria mundial. El organismo rector fue cauteloso en emitir esa alerta global porque, en las últimas décadas, ha habido muchos otros microbios con potencial pandémico que han quedado en simple amenaza (virus de influenza H5N1, H7N9, H9N2, Ébola, Marburg, Nipah, Lassa, etc.) o en control oportuno (sarampión y polio, por culpa de antivacunas) con medidas sanitarias, educativas y políticas enérgicas. Otros coronavirus, además, no tan distantes del SARS-Cov-2, como los causantes de SARS-1 y MERS, fueron contenidos con relativa rapidez. Admito mi adhesión al incipiente optimismo académico.
Por otro lado, pese a todo el agresivo ruido en redes, conviene aclarar que el impacto que pudo tener la celebración del carnaval en varios países del continente, incluyendo el nuestro, no parece haber incidido en la introducción o propagación del brote. La OPS no recomendó suspender eventos masivos en el mes de febrero en nuestra región. América Latina empezó a detectar individuos sospechosos y confirmados a inicios de marzo y los primeros conglomerados (clusters) no tuvieron un nexo directo con turistas vinculados a dichas festividades. En Brasil, por ejemplo, el cúmulo inaugural de casos estuvo concentrado en Sao Paulo y no en Río de Janeiro. En Panamá, no se ha detectado todavía enfermos en la región de Azuero y los contactos cercanos del potencial paciente índice fueron personas que venían de Europa y no participaron en los tumultos carnavalescos.
En pandemias anteriores de influenza (1918, 1957, 1968, 1977 y 2009), la tasa de ataque de la población expuesta fue de 20%-50%, durante la primera y segunda oleada de afectación que ocurrió a lo largo de las dos temporadas de circulación del nuevo virus. Con contundentes estrategias de detección, contención, mitigación y supresión, más el aporte de tratamientos eficaces que reducen el periodo de transmisibilidad, el porcentaje de contagiados se puede minimizar considerablemente. En la provincia de Hubei hubo casi 80 mil casos documentados en una provincia de 60 millones de habitantes, lo que corresponde a solo 0.15% del total. La comunidad científica está a la espera de los estudios de seroprevalencia para conocer con mayor precisión la cifra real (intuyo al menos 10 veces superior), algo que permitiría realizar modelos matemáticos predictivos sobre cuotas de morbilidad y mortalidad. Se ha calculado, hasta la fecha, una letalidad promedio del 1% para Covid-19. Este valor podría disminuir con el tiempo, en la medida que surjan buenas terapias y, quizás, cuando el virus mute lo suficiente para que se adapte, por vía darwiniana, a convivir simbióticamente con el ser humano. Datos preliminares, a falta de validez y reproducibilidad en ensayos clínicos rigurosos, revelan que varios fármacos (cloroquina, azitromicina, remdesivir, favipiravir, tocilizumab) ofrecen alguna esperanza y otros no tanto (interferón, lopinavir/r, medicina tradicional china). El próximo año habrá seguramente vacunas seguras y efectivas.
Todas las crisis ofrecen oportunidades para que la humanidad sea mejor. Las vicisitudes logran extraer lo sublime de mucha gente, aunque también lo infame de algunos pocos. Tristemente, siempre salen a relucir individuos resentidos o mezquinos que, por egos, envidias o protagonismos, atacan a las autoridades y a los profesionales que intentan colaborar en la solución de los problemas. Los verdaderos héroes del país en esta pandemia son invisibles: trabajadores de hospitales apostados en la línea frontal de la batalla; investigadores del Instituto Gorgas que detectan, secuencian y manipulan el virus en sus instalaciones; científicos de Indicasat; personal de los ministerios de Salud y de Seguridad que ha actuado anticipadamente al desarrollo de acontecimientos (reconocido por Naciones Unidas); policías que cuidan a la sociedad y penalizan a los infractores; periodistas que divulgan información fiable ininterrumpidamente, y los ciudadanos que cumplen al pie de la letra con las duras restricciones implementadas. Mención especial a la doctora Rosario Turner por su liderazgo, capacidad de trabajo y receptividad a las sugerencias técnicas.
Juntos superaremos este momento único de nuestra historia. Por lo pronto, quédese en casa. Un fuerte abrazo desde mi domicilio y a más de 2 metros de distancia de cada uno de mis seres queridos. Si yo puedo, tú también.
El autor es médico