Hong Kong está atravesando por una gran turbulencia con protestas que han durado más de seis meses. Las protestas masivas se desenvuelven frente a un trasfondo en el que dicha ciudad obtiene los mejores puntajes en los índices de libertad. Uno de ellos, el índice de libertad económica del Instituto Fraser, nuevamente ubica a Hong Kong como la economía más libre del mundo. La libertad económica no es algo extraño para Hong Kong. De hecho, el territorio ha mantenido el predominio de la libertad económica desde 1960. ¿Cómo es esto posible?
Primero, mientras que la libertad económica sin duda juega un papel importante en el bienestar humano, esta no garantiza los derechos políticos o las libertades personales. Estudios empíricos observan una fuerte relación entre la libertad económica y la libertad personal. Pero Hong Kong es un caso aparte en este aspecto. No obstante, los habitantes de la isla no son diferentes de aquellos que viven en otras partes del mundo. Todos desean gozar de libertades y derechos.
Segundo, las libertades personales están siendo cada vez más amenazadas en Hong Kong. La medición de la libertad personal en Hong Kong, publicada en el Índice de Libertad Humana, revela que conforme la mano invisible de China se ha vuelto más visible el Estado de Derecho y ciertos aspectos de la libertad personal asociados con la democracia y los derechos políticos están bajo ataque. Por ejemplo, cinco libreros en Hong Kong que vendieron material prohibido en la China continental desaparecieron en 2014. Este y otros eventos similares condujeron a una caída en el componente de libertad personal del Índice de Libertad Humana desde la posición 17 a la posición 32 de entre 162 países y territorios desde 2008.
Tercero, Hong Kong está lejos de ser una democracia integral. En el Índice de Democracia del Economist Intelligence Unit, Hong Kong se ubica en la posición 73. En cambio, China se encuentra en la posición 130 y está clasificada como un régimen autoritario. Las protestas en Hong Kong envían un mensaje inequívoco de que sus ciudadanos no quieren vivir en una autocracia. Ellos quieren más, no menos, derechos políticos. Por esta razón, la demanda de los habitantes de la isla de una garantía del voto universal mediante el cual ellos podrían elegir al líder que prefieran, es una prevención en contra de la invasión de libertades y derechos que tienen.
Estando las libertades personales y los derechos políticos en Hong Kong en declive, no sorprende que incluso luego de que su jefa ejecutiva Carrie Lam haya anunciado que su gobierno retiraría la ley cuestionada —que hubiera permitido la extradición a la China continental y que provocó meses de protestas en la ciudad— las protestas no terminaran. En cambio, ganaron fuerza. Lo que empezó como una protesta en contra de una sola ley en Hong Kong, no solo se ha convertido en la crisis política más severa que la isla ha sufrido desde su retorno al control chino en 1997, sino uno de los retos más duros a los que se ha enfrentado la autoridad del Partido Comunista desde las protestas pro-democracia en la Plaza de Tiananmen hace tres décadas.
Los habitantes de Hong Kong están levantándose en protestas masivas tanto por la democracia como por la libertad. El futuro dirá si sus libertades y derechos soportarán el ataque.
La autora es amiga de la Fundación Libertad e investigadora principal del Instituto Fraser