El título de este artículo se inspira en otro, sobre farmacovigilancia, publicado recientemente en La Prensa, que se refiere al seguimiento de los efectos secundarios de un fármaco nuevo. Contrario a la farmacovigilancia, la "quimicovigilancia" no es un término utilizado y mucho menos establecido en Panamá, pero espero que sea instituido.
Aunque la "quimicovigilancia" no se aplica formalmente en Panamá, los recientes eventos que evidenciaron la presencia de sustancias nocivas en diversos productos, en particular en los medicamentos que distribuía la Caja de Seguro Social (CSS), han originado que dicha vigilancia se haga empíricamente, al menos, en un ejercicio que algunos califican como "una cacería de brujas". Prueba de ello fue el hecho de que el hallazgo de dietileneglicol en un dentífrico fue advertido por una persona común y corriente.
Para entender mejor lo que aquí se propone, debemos conocer las razones por las cuales el dietilenglicol se encontraba en aquellos medicamentos, así como el porqué de la existencia de plomo en la pintura de algunos juguetes de fabricación china.
El dietilenglicol es un producto secundario no deseado en la producción de etilenglicol. Ello lo hace muy barato. Por otro lado, el plomo es un elemento que por su toxicidad ha sido eliminado de muchos productos, entre ellos la gasolina, por eso ahora abunda y es sumamente barato.
La "quimicogivilancia" debe entonces aplicarse para analizar todo compuesto químico que, por su bajo precio, pueda de alguna manera ser utilizado para adulterar un producto. Uno de estos compuestos podría ser el ácido muriático, por eso es necesario monitorear todos los productos que contienen algún tipo de ácido. Otro ejemplo es el disolvente cancerígeno tolueno, que podría se utilizado para adulterar otros disolventes. Un químico experimentado sabrá a qué tipo de adulteraciones me refiero.
Entre las sustancias que son baratas, porque su uso ha sido prohibido recientemente en diversos productos podríamos mencionar el mercurio, elemento que ha tenido la misma suerte del plomo; por lo que no me sorprendería que se encontrara en pinturas y similares que no son sometidas a un análisis riguroso. En esa misma línea podría mencionar al metil-terbutil-éter, compuesto que recientemente fue eliminado como aditivo de la gasolina; y me pregunto ¿a dónde fue a parar el excedente mundial de dicha sustancia?
Deseo aclarar que los ejemplos aquí presentados son solo ilustrativos, por ser de mejor entendimiento en este espacio, y no debe interpretarse que dichas sustancias tienen un gran potencial de ser utilizadas ilícitamente en Panamá. No obstante, debo ser igualmente responsable e indicar que hay otros compuestos que podrían ser de mayor amenaza para los panameños si no se vigilan.
La tercera categoría de compuestos químicos a vigilar –que no son necesariamente baratos por ser productos secundarios, ni porque se ha prohibido su uso– son aquellos productos que por su procedencia son más baratos que otros. Buenos ejemplos son: el alcohol y el vinagre para consumo humano, los que deben obtenerse por fermentación natural, no sintéticamente, como derivado del petróleo. Me pregunto si habrá inescrupulosos que adulteran las bebidas alcohólicas y el vinagre con sus similares sintéticos.
Los pasados acontecimientos de envenenamiento en Panamá me permiten sugerir que ese "policía químico" debe urgentemente instituirse tanto en el Gobierno como en la empresa privada, muy particularmente sobre productos provenientes de China Continental.
Hablando de China, me llama poderosamente la atención el poco interés que tenemos en exigirle al Gobierno chino que cumpla con su responsabilidad por las muertes ocasionadas por el dietilenglicol, con la misma energía que se le exige al Gobierno local. Una nación extranjera nos envenena y acusamos a los nuestros. ¿Qué clase de panameños somos?
Pareciera que nuestros gobernantes están más interesados en China como un mercado que como un país que tiene un compromiso con los panameños. No entiendo cómo un mercado de gobierno no democrático y, por tal, inestable, pueda ser tan importante.
No soy político, ni comerciante, por eso puedo decir que mientras esa nación tenga un gobierno totalitario, habría que mantener bajo vigilancia todo lo que produzca; particularmente porque la falsificación de productos es parte de su cultura. Son tan cínicos que han tomado represalias contra aquellos países que han decidido vigilar sus productos. Lastimosamente están pagando, en su propia tierra, con tragedias desafortunadas, como lo fue el reciente incendio de una fábrica –que operaba sin licencia y cerca de un área residencial– en el que murieron 37 personas. ¡Sorprendidos!