Hoy es el día más importante para quienes profesan la fe cristiana. El fundamento del cristianismo, la creencia en que Jesús resucitó. Es un día que celebra una parte importante de la humanidad y la enorme mayoría del hemisferio occidental, por lo que es parte de la esencia de lo que se ha dado en llamar civilización occidental.
Lo cierto es que sin que el cristianismo incorporara a nuestra civilización el libre albedrío judío, la filosofía griega (especialmente Aristóteles y Sócrates) y el respeto a la dignidad humada de Jesús, occidente no fuera lo que es, la parte más libre de la humanidad.
El cristianismo original, una fe abierta y universal, que no era sectaria ni excluyente, devino en extremista, destruyendo libros y todo conocimiento, generado durante el paganismo, llevando occidente a una edad media llena de supersticiones y atrasos.
Pero era inevitable que, por su propia esencia y filosofía de vida, superara eso. El punto de inflexión sucede cuando el Papa envía a Santo Tomás de Aquino a la universidad de París, para que aplastara la herejía Averroista (Averroes fue un filósofo árabe y cordobés).
Sto. Tomás se da cuenta que lo que realmente se estudiaba, a través de Averroes, son los filósofos griegos (desaparecidos de occidente cristiano, pero vivo en el occidente musulmán). Para satisfacer al Papa, ataca a los seguidores de Averroes, pero incorpora a Aristóteles y Sócrates al pensamiento cristiano.
Ese es el punto de inflexión, el que acaba dando nacimiento a la ilustración y al mundo como lo conocemos hoy. Todo lo cual se acelera por la reforma y por el impulso de separar la fe del poder y de los gobiernos. Manteniendo y conservando la fe en el ámbito privado de las personas.
Así, la herencia de ese humilde judío, que un día entró a Jerusalén en un burro, trajo consigo a la humanidad un valor que puede llegar a ser universal: el respeto a la dignidad humana. A amar al prójimo como a ti mismo. A no juzgar. Esa herencia es la de la declaración de los derechos del hombre y la que, lamentablemente, algunos que dicen ser cristianos, no la siguen, discriminando a personas por ser lo que son, arropándose en la religión.
Por eso, indistintamente a la religión que puedas tener, todos los que creemos en el respeto a la dignidad humana, seguimos la filosofía del nazareno.
