“Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi ” (La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho). Los derechos son: “honeste vivere, alterum non laedere et suum quique tribuere”... (vive honestamente, no hagas daño a nadie y da a cada uno lo suyo), Domicio Ulpiano.
La noción del término, su exigencia y clamor por parte de la sociedad actual es parte de la vida cotidiana. Escuchamos constantemente dos posiciones: “queremos justicia”, “esto no es justo”, “por qué tanta injusticia”, pero al mismo tiempo “la justicia no sirve”, “no hay justicia”, “solo me queda creer en la justicia divina” y demás improperios en contra.
Esto me lleva a reflexionar: ¿Qué es justicia? Al parecer, la definición de la opinión pública es que significa “condenar a los que mi intuición me indican que son culpables y, por lo tanto, deben ir a la cárcel”. ¿Y qué esperan de ella? “Que se haga lo que yo considero justo, combinado con un linchamiento social a los culpables”. Todo parece indicar que hay una deformación acerca del concepto y cuál es su papel en el presente contexto social.
Justicia es una construcción que se tiene acerca del sentido y la razón de ser de sus normas jurídicas. Nacida de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes. Como un conjunto de reglas y normas que fundan un marco adecuado para las relaciones entre personas e instituciones.
Estas normas se crean para proteger al más débil, para que ante la ley todos seamos iguales y tengamos los mismos derechos, no importa de dónde se venga, ni la posición religiosa, etc. Precisamente, es ese el deber de la justicia, garantizar la estabilidad del imperio de la ley, dando a cada uno lo que le corresponde.
Estamos en un punto crucial como sociedad panameña; o seguimos atacando a la justicia indiscriminadamente, culpándola constantemente, o hacemos un alto como Estado y sociedad para fortalecerla.
El fortalecimiento implica revisar el tema presupuestario, que las críticas a las instancias que la imparten no lleven ribetes políticos, respetar el resultado de las investigaciones, participar activamente cuando somos requeridos como testigos o para formar parte de un jurado en el proceso.
La justicia no se traduce en mayor cantidad de condenas, ni mucho menos en cárceles llenas.