Casi a diario, los papás de mis pacientes me preguntan sobre los niños y la Covid-19: ¿los niños se enferman de Covid-19? ¿Deben practicar deportes y ver a amigos? ¿Cuáles son los riesgos para ellos mismos y para los demás? ¿Cuándo podrán volver al colegio? Como pediatra preocupada por brindar la última información a los padres de mis pacientes y como mamá de una pequeña de 3 años, estoy pendiente de los resultados de las últimas investigaciones al respecto.
Un aspecto interesante de esta pandemia es que los niños parecen estar infectados por el SarsCoV-2, el virus que causa la Covid-19, con mucha menos frecuencia que los adultos. En un estudio realizado en Islandia, los investigadores evaluaron a 13 mil personas al azar, incluidos 848 niños, y descubrieron que alrededor del 1% de las personas dieron positivo, pero entre los niños menores de 10 años no hubo casos positivos (Gudbjartsson et al, 2020). Por otro lado, un estudio publicado en la revista científica Nature, estima que las personas menores de 20 años son la mitad de susceptibles a la infección que los adultos mayores de 20 años (Davies et al, 2020).
A ocho meses del inicio de la pandemia, existe consenso sobre el hecho que, incluso si se infectan, los niños tienden a tener una enfermedad asintomática o leve. Pero un pequeño porcentaje de niños se enferma gravemente y requiere hospitalización, sobre todo los menores de 3 años y con alguna enfermedad de base o coinfección (Mannheim et al, 2020). Es importante recordar que, además de los casos típicos de Covid-19, se han descrito raros casos en los cuales el sistema inmunológico de los niños presenta una respuesta exagerada, después que se exponen al Sars-CoV2, dando lugar a un síndrome inflamatorio que involucra varios órganos y sistemas del cuerpo, el denominado síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico que, si bien es muy poco frecuente, implica un cuadro grave.
Dado que los niños parecen tener más probabilidades de no presentar síntomas de la enfermedad Covid-19, es posible que tengan menos probabilidades de hacerse la prueba para diagnosticar la infección, siendo potenciales fuentes de contagio para otras personas sin saberlo. Según dos nuevos estudios realizados en diferentes partes del mundo, los niños pequeños no sólo transmiten el SarsCoV-2 de manera eficiente, sino que también pueden ser los principales impulsores de la pandemia.
El primero, se publicó en la revista JAMA e informa los hallazgos de un hospital pediátrico en Chicago, Illinois. En este estudio, se examina la concentración del Sars-CoV-2 en la nasofaringe, o la región superior de la garganta que se conecta a los conductos nasales, de niños y adultos. Según los resultados, los niños de 5 años o menos que desarrollan síntomas de Covid-19 de leves a moderados tienen de 10 a 100 veces más Sars-CoV-2 en la nasofaringe que los niños mayores y los adultos. El estudio también muestra que los niños de 5 a 17 años, también con síntomas de Covid19 de leves a moderados, tienen la misma cantidad de virus en la nasofaringe que los adultos de 18 años o más. Los autores concluyen que es probable que los niños pequeños, aunque no sean tan propensos a sufrir la enfermedad Covid-19, sigan impulsando su propagación, al igual que lo hacen con otras enfermedades respiratorias (Heald-Sargent et al, 2020).
El segundo, es un manuscrito preimpreso en espera de revisión por pares, que se realizó en la provincia montañosa de Trento, Italia. Los investigadores encontraron que, aunque los niños pequeños tenían un riesgo algo menor de infección que los adultos y tenían menos probabilidades de enfermarse, los niños de 14 años o menos transmiten el virus a otros niños y adultos de manera más eficiente que los propios adultos. Su riesgo de transmitir Covid-19 era del 22,4 %, más del doble que el de los adultos de 30 a 49 años, cuya tasa de contagio era de alrededor del 11 %. Los investigadores afirman que “aunque los contactos de la infancia tenían menos probabilidades de convertirse en casos, los niños tenían más probabilidades de infectar a los miembros del hogar' (Fateh-Moghadam et al, 2020).
Ambos estudios tienen serias implicaciones. A medida que más países comienzan a reabrir las actividades, los niños asintomáticos que padecen Covid-19 representan un riesgo de transmisión a la comunidad. Sin embargo, tampoco podemos dejar de lado el hecho que el confinamiento prolongado también afecta de manera negativa a los niños, al privarlos de contacto con sus pares,tiempo de recreación al aire libre, de recibir una educación presencial y, en algunos casos, del acceso a las vacunas que necesitan. Los padres debemos tomar en cuenta todas estas consideraciones, ya que llevar un estricto confinamiento y no dejar salir a los niños también puede ser dañino para ellos.
Dado que los niños pequeños corren un riesgo relativamente bajo de enfermarse gravemente, y que el confinamiento afecta negativamente su desarrollo integral, y coarta su necesaria recreación, así como sus posibilidades de continuar recibiendo una educación presencial, considero que es momento de retomar paulatinamente la interacción con otros niños y, espero que, en un futuro no tan lejano, el aprendizaje en la escuela. Esto debe hacerse siempre manteniendo las medidas de prevención: uso de mascarillas en niños mayores de 3 años, mantener la distancia física y la frecuente higiene de manos.
La autora es pediatra