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Juventud

La delincuencia se previene con empleo

Los hechos violentos ocurridos recientemente en el Centro Penitenciario La Joyita, que dieron como resultado 15 muertos y 14 heridos, atribuídos a rivalidades dentro de la pandilla Bagdad en el área de Panamá Oeste, han encendido alarmas. El impacto mediático se ha centrado en aspectos como el rol de la Policía y las autoridades penitenciarias, el estado de nuestras cárceles, controles, corrupción, manejo de información, etc., todos válidos y preocupantes, que ameritan una exhaustiva investigación.

Poca atención se está prestando al rápido agravamiento de la exclusión productiva de jóvenes en esa provincia, que crea condiciones “ideales” para la proliferación del delito, así como el acelerado ingreso de adolescentes a las pandillas (y a la cárcel). Las condiciones socioeconómicas en estas comunidades están (y seguirán) sirviendo de caldo de cultivo para el fortalecimiento de estos grupos delictivos.

En Informe de la UNODC (2007) Crimen y desarrollo en Centroamérica, atrapados en una encrucijada, que incluyó a Panamá, advirtió que los estudios sobre la correlatividad en la delincuencia, han encontrado que la distribución de la riqueza en una sociedad es de hecho mucho más significativa que la pobreza extrema, para predecir los niveles de violencia… El desempleo, especialmente en los jóvenes de las zonas urbanas que han abandonado la escuela, se ha asociado también con los niveles de delincuencia. Varias naciones de la región tienen altos niveles de juventud ociosa, mientras que el porcentaje de inscripciones en las secundarias es menor al 50%, y las economías urbanas no están creciendo lo suficientemente rápido como para soportar el crecimiento de la población.

En nuestro país, la vertiginosa escalada de la criminalidad guarda directa relación con la dramática caída de la participación juvenil en la expansión del empleo. Como referencia, entre el 2004 y 2007, 1 de cada 4 nuevos empleos generados por la economía benefició a jóvenes menores de 30 años, proporción que cae a 1 de cada 7 entre el 2007 y 2012, para ubicarse en 1 de cada 12 nuevos empleos desde entonces.

Coincidencialmente, entre el 2007 y 2012, el número de pandilleros aumentó 441%, porcentualmente 23 veces más que el empleo; la población penitenciaria creció en 37%, mientras que los robos y hurtos subieron 28%, dos veces mayor a la tasa de crecimiento de la población mayor de 15 años.

Adicionalmente, la Encuesta de Victimización llevada a cabo por la Cámara de Comercio, Agricultura e Industrias y el PNUD en el 2008, señalaba que el 6% de los panameños había sido víctima de delito en los 12 meses anteriores (2007), mientras que la misma encuesta, publicada en el 2013 (con datos del 2012) ubicó ese porcentaje en 16% (2.5 veces más). Vale destacar que entre el 2007 y 2012, el incremento del Producto Interno Bruto promedió 8.3% anual.

Si bien el número de homicidios ha disminuido desde el 2009, la Encuesta Nacional de Victimización (ENVIP 2017), llevada a cabo en 16,296 viviendas (lo que sugiere una muestra cercana a las 70 mil personas) y cuyo período de referencia fue julio 2015-junio 2016, ubicó la victimización en 19%, tres veces superior al índice del 2008.

En los últimos 3 años (2016-2019), el desempleo y la deserción escolar aumentaron. Probablemente, los índices delictivos también. Sin embargo, sí podemos afirmar categóricamente que Panamá vive la más grave crisis de empleo juvenil y mayor número de “ninis” en 15 años, y la peor explosión delictiva de su historia, a la vez.

En Panamá Oeste, en los últimos 5 años, el desempleo de jóvenes de 15 a 24 años pasó de 13.9% a 22.5% (casi 9 puntos más) y el número de desempleados con esas edades aumento 82%. Para poner las cosas en perspectiva, si bien el desempleo juvenil (15-24 años de edad) en Panamá Oeste (22.5%) es 5 puntos inferior al de Colón (27.5%), el número de desempleados jóvenes en Panamá Oeste aumentó en una proporción casi 4 veces mayor (82% vs 22%) y hoy tiene 57% más desempleados menores de 24 años que esa provincia (10,878 vs. 6,921), lo cual sugiere un acelerado deterioro de la situación sociolaboral de su población joven.

En conclusión, si no creamos empleo juvenil “seguiremos contando muertos” y deshojando la margarita para adivinar el día que nos tocará ser víctima de la delincuencia. No es un tema de “si sí o si no”, sino de cuándo.

El autor es asesor empresarial



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