Cuando se le pregunta a una familia, padre o madre, cuánto entra a la quincena en la casa, la respuesta es sencilla y precisa: tanto. El panameño de a pie sabe cuánto le entra al bolsillo, no puede vivir sin saber la cifra, porque de allí hay que pagar la vida, los intereses, y Hacienda, así que no puede permitirse la ignorancia del presidente con minúsculas.
Al igual que la semana pasada, tenemos que ser muy conscientes de cuál es la situación en la que estamos: no importa lo que ganen de más alcaldes y otros sinvergüenzas, lo grave aquí, lo que está en el fondo, es: “la plata de todos no es de nadie”. Si el presidente de esta República no sabe lo que gana, es porque tiene en muy poco, como sus acólitos y demás ministros tan en minúscula como él, lo que representa el erario público.
Uno de los síntomas más alarmantes y acusados del deterioro de nuestra democracia, es creer que la plata pública, la de todos, no es de nadie, que meter la mano en el bolsillo del panameño no significa nada, total con un jamoncito al año y unos bloques, es suficiente, mientras ellos cobran más que el presidente, y eso que él acaba de enterarse hace poco de cuanto cobra.
Y no se engañen, a él le da igual este incremento absurdo de gastos de representación, total, no tiene entidad moral para decirle a nadie que lo que hacen es escandalosamente corrupto, y que en un país como el nuestro, donde las escuelas siguen cayéndose a pedazos después de dos años de pandemia, hace falta menos viáticos y pendejadas de ricos, y más inversión en salud, educación y seguridad.
Sigan con la partidocracia: no hay dictadura más “democrática” que aquella que impone a los demás lo que ellos mismos no se exigen, pero se lo permiten a los del mismo partido. La ignorancia presidencial siempre es atrevida, y muy peligrosa.
El autor es escritor

