Los jóvenes del siglo veintiuno vivimos en un mundo complejo marcado por la incertidumbre. El exceso de información y de paradigmas nos llevan a cuestionarnos sobre el alcance de nuestras ideas y acciones.
La pandemia de la Covid-19 trajo como resultado un desarrollo abismal de la virtualidad, un mundo que creíamos conocer, pero que cada día nos hace preguntarnos qué realmente es la normalidad. Antes de 2020, anhelábamos intensificar el uso de las TICS, en las tareas cotidianas. Sin embargo, luego de un año, evaluaba qué tanto una necesidad se transformó en una pandemia silenciosa.
Los medios de comunicación en general suelen enfocarse en la brecha digital, sin tomar en cuenta que el resto que tenemos acceso a la tecnología estamos a las puertas de otros flagelos como “la adicción a la tecnología”. Un mal causado por distintos factores y cuyas señales de alarma, a pesar de ser obvias, pueden confundirse.
El hiperflujo de información en edades tempranas causa un daño severo al desarrollo cognitivo y a la salud en general. Aunado a ello, un enfoque holístico muestra que los efectos sobrepasan nuestras expectativas e impactan de manera negativa en el proceso de aprendizaje debido a que se deteriora el lenguaje, la recepción de la información, la comprensión lectora, la concentración y se degrada el proceso adaptativo natural.
Sin dejar de lado la importancia de abordar la brecha digital, considero que ambos problemas deben ir de la mano, ya que la atención preventiva a las adicciones conductuales son pertinentes en la búsqueda de construir generaciones sanas.
2018 es un año importante: muestra un contraste claro y diferenciado frente al momento actual como antecedente clave de este reto. El Estudio de Perspectivas de Google arrojaba que un 70% de la población panameña contaba con acceso a internet. Frente a esta estadística, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluía el Trastorno de adicción a los videojuegos entre la Clasificación Internacional del Enfermedades (CIE). Ante ello, surge la duda de cuál es el real nivel de deterioro causado por este flagelo ante el acelerado aumento del uso de las TICS en niños y jóvenes que perdieron la conexión total con sus entornos, familias, amigos y, sobre todo, con el ambiente escolar.
Previo a la pandemia, ya existían innumerables estudios que buscaban profundizar en la conciencia sobre este reto. A pesar de ello, no se percibe una importante preocupación en las autoridades o en la sociedad, aunque sea un secreto a voces los efectos negativos que la tecnología puede producir en el ser humano si es utilizada en exceso.
Leyendo sobre el tema, reflexionaba cómo la tecnología diferencia a la humanidad contemporánea de la prehistoria. Nuestra comunidad digital equivale a una tribu prehistórica: perder seguidores (followers) o no recibir “likes’' produce en el cerebro efectos similares a lo que siente un humano que era expulsado de su tribu en tiempos prehistóricos.
Como jóvenes, encontramos en la tecnología el espejo de un mundo paradójicamente ideal que nos aleja en ocasiones de la realidad.
Para los padres de familia, se hace imperante comprender este mundo en el que cada día nos sumergimos, alejándonos peligrosamente del mundo real. Un claro ejemplo es el apagón de redes que ocurrió en meses pasados mostrándonos la burbuja en la que vivimos, donde en lugar de consumir, el producto nos consume.
Como joven panameña, hermana y prima de niños en etapas de crecimiento, confío en que los padres de familia, la sociedad civil y los gobiernos locales tomen conciencia de los peligros que corren los jóvenes.
Sólo la acción conjunta dará luz y esperanza a las generaciones sanas. Ante el inminente regreso a la nueva normalidad, la activa conciencia ciudadana debe promover la capacidad de tomar acción en la construcción de puentes que influyan en la creación de políticas públicas capaces de enfrentar a estos enemigos silenciosos presentes en nuestras familias, centros educativos y en la sociedad.
¡Panamá no te desconectes, infórmate, conéctate y toma acción!
La autora es estudiante de Relaciones Internacionales y participante del LLAC 2021