Recuerdo mis primeros años como reseñista de libros. Recién comenzaba a escribir mi blog, “Senderos retorcidos”, que, supe después, coincidía con el título de uno de los libros del gran Enrique Jaramillo Levi. Allí colgué mis primeras reseñas de libros de mi biblioteca: Piglia, Márai, Vila-Matas... Ningún panameño.
Luego, por 2009, empecé a colaborar en las revistas virtuales La Biblioteca Imaginaria y después en El Placer de la Lectura, de la mano de mi querido Pepe Rodríguez. Leía las novedades que me llegaban de las editoriales y disfruté mucho, pero no me daba tiempo a leer todo, y hablar de un libro leído por encima o sin leer, no era lo mío. Conocí a muchos escritores: ningún panameño.
Ahora tengo por fin el placer de leer y reseñar a escritores panameños. Hay excelentes biografías, novelas, libros de cuentos, poemarios y ensayos que estoy leyendo con verdadero placer y admiración. En medio de la gran cantidad de publicaciones, hay verdaderas obras literarias que merecen ser leídas y reeditadas.
Patria, dice Rubén, son tantas cosas bellas, y entre ellas están nuestras letras, que van mucho más allá de los manidos hechos patrios, y que narran la vida de tantos personajes panameños que son universales. Por fin puedo disfrutar leyendo buena literatura panameña, lejos del ruido furioso de las novedades, y descubro que nada tenemos que envidiarles a otras literaturas.
Hacer patria es leer, es buscar respuestas y asideros críticos ante tanta corrupción y dejadez. Da gusto saber que lotes de libros van viajando hacia pequeños espacios de lectura abiertos en muchos puntos de nuestro país. No hay nada más liberador para una sociedad que democratizar la lectura, que garantizar la posibilidad del acceso a los libros.
En este mes tricolor, aprovechen para leer literatura panameña, y no le hagan caso a los que dicen que en este país no hay buenos escritores, y dense a la tarea de buscar y descubrir. Desde aquí, les iremos recomendando.
El autor es escritor