“En la oscuridad, sigamos leyendo”, esa es mi recomendación para este entrante 2022, y la ilustro con uno de mis cuadros favoritos de Goya: “La lectura”, una de sus famosas y bicentenarias “Pinturas Negras”. En la imagen, de una agobiante atmósfera tenebrosa, unos hombres leen un legajo de papeles, de los que parece manar cierta luz que centra la escena e invita al espectador a asomarse a lo leído, a participar de la acción.
Después de la palabra “corrupto”, la siguiente que mejor pinta nuestra circunstancia es “oscuridad”. Vistos los informes sobre nuestro nivel educativo, el despilfarro de nuestro dinero por parte de los políticos (un fiestón para entregar al presidente con minúscula un montón de papel mojado llamado “pacto”), su burla constante de las instituciones y la desidia generalizada, no nos queda más color para pintar nuestro destino que el de los cuadros de Goya.
La única manera de darle otro color al asunto, es leer aunque estemos en medio de la oscuridad. Hay que leer contra el olvido, contra la desidia, contra la ignorancia y la falta de valores. Hay que leer con fe, o para no tenerla, para proclamarla o para cuestionarla. Hay que leer a la luz de las pocas estrellas o de las velas que todavía nos queden en los cajones. Hay que leer en medio del apagón que nos siguen manteniendo.
El viejo Goya dice: “El sueño de la razón produce monstruos”, y yo le añado, “y el silencio los alimenta”. Una forma de mantenernos despiertos es leer: es una manera de estar con la voz de protesta y reflexión siempre alerta. Los entusiastas de la ignorancia nos quieren entretenidos y desconectados, nunca leídos, siempre a oscuras.
¡Feliz 2022! Que las lecturas nos acompañen, y que la luz de la palabra (también en mayúscula), nos ilumine por los senderos retorcidos que tenemos por delante. El que lee, como dice mi querido Carlos Fong, con palabras de Guillermo Andreve, se da cuenta.
El autor es escritor