El Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS), ha preguntado, del 11 al 15 de enero, de forma virtual, a 1.199 ciudadanos, ¿cuál es el principal problema que afecta el país? La respuesta fue la siguiente: el 46.6% respondió que la corrupción, la desigualdad 24.5% y la educación 13.2%.
Podemos interpretar que, ni a la mitad del país le importa la corrupción, que sólo un tercio de la población sabe o le afecta la desigualdad, y que a un escaso puñado de panameños le interesa de verdad lo que ocurre en materia de educación. Son números que preocupan porque nos demuestran que nuestra sociedad se está cansando, que nos está ganando esta batalla la desidia y el hartazgo.
Lo que nos preocupa revela prioridades, define agendas y retrata a los protagonistas de la vida diaria. Es terrible que, visto el bajísimo nivel de nuestros políticos, la educación preocupe tan poco. Y no es excusa la pandemia. Es una renuncia civil que sólo un 46% de la población crea que la corrupción es el gran problema de nuestro país (y eso que subió desde marzo de 2020 que era sólo un 26%). Lo de la desigualdad es tremendamente triste: no vemos siquiera en qué situación estamos.
Pero nada, cada uno a su “guiales, guaro y campana”, cada uno a soñar con sus carnavales y semana santa, cada uno a dormirse del lado de “así es mi país” y toda esa monserga “de pueblo”, de mentalidad de supervivientes, como si la realidad, la nuestra, fuera la de una película o de otro país.
Lo que nos preocupa debe ser nuestro presente, estar atentos a lo que hacen los políticos que votamos, retratarlos para que a la siguiente vuelta no vayan. Se la rifaron con esta mala casta de políticos, ahora toca aguantarse la mecha. Pero aprendan la lección: la corrupción, 100%, es el peor de nuestros males. Si no lo entiende, empiece a preocuparse.
El autor es escritor

