Lo único más alarmante que la tasa de contagio de la Covid-19 es su capacidad para destruír empleo. En el 2020, quizás 1 de cada 100 panameños (as) contraerá Covid-19, pero con certeza, por lo menos 1 de cada 10 perderá su empleo. La Covid-19 arruinará a mucha más gente que la que enfermará y sus secuelas sociales serán peores que las sanitarias.
La Covid-19 impactará el empleo en 7 sectores que en su conjunto representan 941,583 empleos (509,891 formales y 431,692 informales), prácticamente la mitad de la población ocupada, y aportaron 3 de cada 5 nuevos empleos generados en los últimos 5 años. Estos sectores son: comercio, industria, logística, hoteles/restaurantes, entretenimiento, servicios administrativos, servicios financieros y seguros. Los empleos en riesgo representan el 59% de la fuerza laboral no gubernamental del país.
El legado sociolaboral de la Covid-19 en el 2020 será: 1. Colapso de la demanda e ingresos de las empresas 2. De 250 mil a 300 mil nuevos desempleados, que se sumarán a los 146 mil existentes a agosto 2019, para llevar la tasa de desempleo por encima del 20%, el nivel más alto de la historia 3. Pérdida de 125 a 150 mil empleos formales, particularmente en MIPYMES, en los sectores de comercio, industria, logística y hoteles/ restaurantes, y sus actividades económicas de apoyo. 4. Incremento sustancial de la tasa de desempleo juvenil y femenino 5. Aceleración de la contracción del empleo asalariado privado y el aumento de la informalidad 6. Inminente quiebra de miles de empresas panameñas, particularmente MIPYMES 7. Agravamiento de la pobreza, desigualdad y criminalidad.
La “catástrofe laboral” que traerá la pandemia incluirá la pérdida de casi 100 mil empleos en el comercio (formales e informales) y 40 mil tanto en la Industria como en logística. El impacto es inminente.
Un 86% de la pérdida de empleos relacionado a la Covid-19 a corto plazo se dará en el comercio, industria, logística y hoteles/restaurantes, amenazando en primera instancia, a los 386,411 trabajadores informales en estos sectores (54% del total de informales en el país). Hasta 4 de cada 5 empleos que se perderán estarán en Panamá, Panamá Oeste, Colón y David. 1 de cada 3 serán jóvenes menores de 30 años.
La caída del consumo a corto plazo ocasionará una pérdida sustancial de empleos formales, particularmente en PYMES (aunque no exclusivamente), muchas de las cuales se encuentran descapitalizadas, con una caída del 50-60% en sus ventas y exceso de personal que no podrán liquidar.
Panamá se ve en la imperiosa necesidad de reactivar urgentemente su economía y generación de empleo, en el marco de severas restricciones sanitarias y una grave crisis de liquidez en el sistema productivo. El entorno de estrechez fiscal que limita la capacidad de intervención del Estado, el que Panamá sea (proporcionalmente a su PIB) el cuarto país más endeudado de Latinoamérica, el sexto más desigual del mundo, que genera principalmente empleo informal, y una creciente inestabilidad política y social, hacen el desafío aún más apremiante.
Tanto empresas como informales necesitan liquidez urgentemente, y eso sólo viene a través de los ingresos por ventas o préstamos bancarios. Se hace necesaria la discusión de un plan de asistencia financiera de emergencia con la banca privada, que permita que esta ayuda temporal llegue oportunamente a estas empresas para la preservación de empleos asalariados.
Solucionar la crisis coyuntural de liquidez en el sistema, debe ir de forma coordinada con medidas orientadas a estimular la demanda basada en el consumo de aquellos trabajadores que no perderán sus empleos, aproximadamente 1,670,642.
El salario promedio en Panamá fue de 721.90 dólares. Haciendo un ejercicio simple, asumiendo un gasto promedio mensual de $500 dólares, por parte de estos trabajadores, inyectaría $835 millones mensuales de consumo a la economía, asumiendo el previo restablecimiento de todas las actividades económicas.
La sostenibilidad laboral es imposible sin ingresos producto de la actividad comercial, máxime en un entorno de estrechez fiscal, que dificulta la intervención estatal. El auxilio financiero a las MIPYMES para mantener empleos asalariados ayudará, pero llegará tarde para muchas de ellas.
La confianza es la base de la economía. Confianza de los consumidores con respecto a sus ingresos, lo cual induce la compra de bienes y servicios, así como la confianza de empresarios y emprendedores de que pueden generar esos bienes y servicios de manera rentable. Sin demanda no hay empresa, y sin empresa, no hay empleo.
El autor es asesor empresarial