SOCIEDAD

Los malévolos cierre de calles: Jorge Luis Macías Fonseca

Los cierres de vías se han convertido en práctica común en Panamá. El método de paralizar la circulación de personas y vehículos es el utilizado por la población que expresa su descontento, convirtiéndolo en un instrumento de lucha, que parece “legitimarse” cada vez más.

Las indiferencias de los gobiernos ha conducido a la gente a procurarse esa forma de lucha. No obstante, lo importante es indagar si es correcto el método, y si al final el mismo es más rechazado que aceptado. No cabe duda que la obstrucción de las calles y avenidas viola flagrantemente la Constitución de la República, que instituye la libertad de tránsito por todo el territorio nacional. Nadie debe ni puede cercenar ese derecho y, desde luego, las acciones de fuerza que llevan a los cierres actúan contrariamente a todo espíritu de justicia y de reivindicación, pues no se puede pretender reclamar lo justo con acciones injustas.

La propia Constitución establece formas para garantizar la libertad de tránsito. Señala: “…La autoridad puede tomar medidas de policía, para prevenir o reprimir abusos en el ejercicio de ese derecho, cuando la forma en que se ejerza cause o pueda causar perturbación del tránsito, alteración del orden público o violación de los derechos de terceros”.

Nadie puede abogar por la represión y principalmente a la gente pobre que es la que mayormente se manifiesta con acciones de este tipo, pero ningún argumento esgrimido está por encima de otros, por lo que es correcto blandir el de la libertad de tránsito y hasta defenderlo cuando se le limita con la obstrucción de calles y avenidas. Ningún grupo social puede ni debe imponer sus particulares formas de luchar. Precisamente la democracia se sustenta sobre lo amplitud y los consensos. De manera que si criticamos a los gobiernos por sus maneras de coacción, cerrar una calle es coaccionarnos y eso no es democrático. Habrá que hacer la contabilidad sobre los cierre de calles que se dan por provincia y por sector y finalmente un balance total en el país, para tener claridad de cuánto se ha afectado la economía, actividades cotidianas de la comunidad, citas médicas, viajes, trabajo, productos, escuela, etc. Lo que es peor de todo es que se va creando mucha incertidumbre e intranquilidad en la sociedad, al tiempo que suman a los problemas sociales existentes los malditos cierres de calles, que terminan abrumando y provocando que muchas veces el individuo se exprese con violencia. No es cierto que los gobiernos nada más entienden con cierres de calle. La población debe idear formas de lucha sin perjudicar a otros. Sería interesante que las protestas fueran dirigidas a los ministerios, instituciones autónomas, municipios etc., para que se expongan públicamente a los funcionarios ineptos. Por su parte, los gobiernos deben dar las respuestas y atender diligentemente los problemas, pues los pueblos no merecen vivir en permanente angustia creada por la demagogia, que tiene su espacio en el momento pero que finalmente termina vencida por la verdad.


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