Malpaís



En España, en La Palma, un volcán ha sepultado literalmente el lugar donde miles de personas han vivido toda la vida. No sólo las casas, sino también el lugar donde estaban, un exilio de lava y tristeza que conmueve, que nos enfrenta a un golpe extraño: mirar el sitio exacto donde no volverá a estar nunca la vida que conociste. Todo nuestro cariño con los amigos de La Palma.

Desde allí, el volcán Cumbre Vieja, nos manda una lección. Después de la erupción, el suelo que queda se llama malpaís. Sobre esa superficie no crece nada, a menos que se quite el material volcánico y se cubra con tierra que permita volver a sembrar, haciendo útil ese paraje. Es un trabajo arduo, de frutos a futuro, que requiere entrega y constancia.

Panamá es un páramo hace tiempo, un malpaís. La conspiración de los partidos grandes en la Asamblea, blindando con reformas electorales su reelección, es una señal de que la erupción del volcán Corrupción se está llevando todo por delante. En este malpaís que nos están dejando, no crecerá más que la violencia. Llegados a esta burla diaria de todos los colores políticos, toca reaccionar.

Hay que sepultar con votos a todos los corruptos de este malpaís. Necesitamos comenzar a reflexionar para las siguientes elecciones, o invocar los mecanismos que desalojen a este gobierno del Palacio de las Garzas. Hace falta que, con firmeza, emprendamos el camino que le dé la espalda a estos partidos corruptores y corruptos, que pretenden un malpaís en el que sólo quepan ellos y sus actitudes antidemocráticas.

Si los valientes palmeros lo van a conseguir, ¿no lo haremos nosotros? ¿No seremos los suficientemente valientes para decir basta ya con nuestro voto, y enterrar con tierra nueva y democrática este malpaís que nos quieren dejar? Protestar en las redes no sirve de nada, lo que vale es el voto, lo que cambia todo es estar dispuestos a desafiar al volcán.

El autor es escritor


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