Tras las declaraciones del arzobispo Ulloa, en el estadio R. Fernández, sobre la corrupción y la necesidad de denunciarla, contrarrestarla, atacarla, erradicarla, más de alguno ha dicho la estupidez de que “eso es meterse en política”.
Sin embargo, el presidente Martinelli fue más allá: “que el arzobispo dé nombres y pruebas”, dijo. Ya veo al arzobispo metido a abogado, entregando la famosa “papelería” en los juzgados para que se le encuentre que hay “varias comas que están mal puestas” de modo que “no procede la denuncia” o bien que “falta uno de los papeles” de modo que “tiene que iniciar nuevamente el proceso” o que “esa prueba no es prueba” de modo que... se archiva. ¿Y después de eso? Todo quedó en nada. En primer lugar, ¡qué bueno que el arzobispo habló! Porque si habla cualquiera de nosotros, nos manda el Presidente –con su habitual grosería– “a decir misa”, tal como lo ha hecho varias veces, con diferentes personas, en ofensa a la mayoría católica del país, eso sí, creyéndose “gracioso”.
En segundo lugar, ¡qué bueno que no se quedó callado! Porque quedarse callado ya es meterse en política. Y que no me digan los “analistas políticos” que pululan por radios y televisoras, que “la Iglesia” tiene que hablar de Dios y del Evangelio y no de la “política”. ¡Claro que hay que hablar de Dios! Pero si Dios no tiene que ver con la vida y el sufrimiento de la gente, no es Dios, es un ídolo. ¡Un Dios que no tenga que ver con la misericordia, no es Dios! Y la política tiene que ver con la gente y con su sufrimiento, por tanto...
Pero, entonces ¿hay que ser abogado para denunciar la corrupción? Puedo dar un buen número de ejemplos de personas a las que se les ha exigido inscribirse en los partidos del gobierno para darles trabajo o para confirmarlos en sus puestos. Puedo dar ejemplos de personas a las que han sacado de sus trabajos por no querer inscribirse en los tales partidos. Puedo dar ejemplos de obras concedidas a familiares (espero que no me amenacen con “arma” como al periodista) para “sacar tajada”. Ejemplos de obras sobrevaloradas, ejemplos de ayudas a los que “son del partido”, ejemplos de no ayudas (obligatorias como las partidas distritales) o ayudas demoradas, por ser de “otros partidos”. Ejemplos de verdaderos inútiles ganando 3 mil dólares mensuales por hacer nada. Se pueden dar muchos ejemplos, por no hablar de los públicos y notorios. Tendría que mudarme a vivir en la fiscalía correspondiente para poner todas estas denuncias… y no tendría seguridad de ser ni siquiera escuchado.
Le reconozco al Presidente que es claro: Ante la masacre de Changuinola (que no se nos olvida) dijo, en abierta ofensa a todo el país y sobre todo a los ngäbe, que al Gobierno “se le había pasado la mano en pollo”. Ante las denuncias de “Wikileaks”, dijo que eran “opiniones de una exfuncionaria” (de la cual dijo ser muy amigo, pero…). Ante las denuncias de los periodistas, dice que “ellos pueden decir misa si quieren” (¿?) o manda a un ministro/a a amenazar.
¿Qué podemos hacer entonces? Por las calles y plazas de Europa caminan los indignados. ¿Qué esperamos los panameños para indignarnos ante tanta burla y corrupción? ¿O es que aceptamos el sistema tal como está? Entonces, dejémonos de hablar de Dios y de valores y guardemos silencio cómplice. Eso sí: el día del juicio no digamos “no sabía que eras tú, Señor, el que estaba marginado, desnutrido, burlado, asesinado, ciego, apaleado, quemado en la cárcel”.
