He leído con detenimiento el escrito del abogado, cantautor y político Ruben Blades publicado en su página web (https://www.rubenblades.com/la-esquina/preguntas-y-respuestas-2022) en el que hace un análisis de la realidad nacional, plantea salidas a los problemas políticos y nos pregunta a los ciudadanos panameños si en el 2024 rechazaremos el clientelismo. Específicamente pregunta ¿Estará el electorado nacional dispuesto a rechazar en el 2024 la venenosa oferta del clientelismo partidista y elegir a un candidato(a) independiente y a una asamblea formada por independientes, para crear un nuevo paradigma administrativo y con él, al Panamá que puede ser?
Comparto su análisis. Sin duda, la situación institucional del país está sumida en un círculo vicioso de clientelismo y corrupción. No hay institución pública que se escape de estar atrapada. Pero, y este es mi aporte, este círculo vicioso es de esperarse, porque el diseño institucional que tenemos incentiva y conduce a ello. El poder del ejecutivo es el de un rey. Los demás entes no son más que cadenas de transmisión del ejecutivo.
Cuando las instituciones constituidas no funcionan de la manera que están supuestas a funcionar, no responden a las necesidades de los ciudadanos en un momento histórico determinado, existe un cuestionamiento continuo, pérdida de legitimidad y opacidad en la toma de decisiones, nuestras opciones son claras: hacemos cambios profundos o sufrimos las consecuencias del colapso que ya se evidencia.
Sin embargo, y este es mi mensaje para el colega Blades, este estado de cosas no se resuelve solamente con la llegada al poder de personas con mejor disposición para mejorarlas (el mero voluntarismo no es suficiente), porque el sistema no los deja trabajar. No se trata si es de un partido político tradicional o independiente, se trata de llegar con el solo objetivo de cambiar el sistema e irse. Y hay que hacerlo sumando, no restando, por difícil que esto sea.
Sin duda se requiere cambiar profundamente la arquitectura del Estado para que podamos retomar la senda de la democracia, el estado de Derecho y de una República funcional. Pero ese cambio profundo debe hacerse con un verdadero esfuerzo democrático y no desde el autoritarismo de un iluminado, como sucede con Bukele. Todos los ejemplos de ello acaban mal. Vieja historia latinoamericana y panameña, de la que no se requiere profundizar.
Para lograr lo anterior, quien gane la presidencia en el 2024 debe educar e inspirar al ciudadano. Tomar la iniciativa de recoger las firmas para el llamado a una constituyente. Una constituyente que surja de la población, del ciudadano y no desde el autoritarismo. Una constituyente que lleve el impulso político necesario para reformar la arquitectura del Estado, para más democracia, balance de poderes, un sistema de respeto absoluto a la dignidad humana y a la primacía del ciudadano en la cosa pública.
Lo anterior, sumado a una actuación que brinde ejemplo de cambio desde la presidencia, puede hacer de Panamá un lugar único en el mundo y llevarnos a un nivel de desarrollo que nos ponga al nivel más alto posible, tanto material como espiritualmente. Un nivel en el que orgullo de ser panameño es por lo que representamos en el mundo por nosotros mismos y no por parafernalia nacionalista.
Por eso yo le respondo que sí estoy dispuesto a rechazar la oferta clientelista venenosa, pero para rechazarla necesitamos una oferta alternativa y necesitamos concientizar a nuestros conciudadanos de que el cambio está en nosotros y no en un iluminado, venga de donde venga.
El autor es abogado