Es una pregunta que surge cuando escuchamos a una gran parte de la familia universitaria decir expresiones tales como: “apoyo a tal candidato pero que no se sepa”, “por favor no divulgue mi apoyo, prefiero permanecer en el anonimato”, entre algunas. ¿Son síntomas o no de temor y hasta de terror? ¿Qué se esconderá detrás de este miedo inusitado y sorpresivo y jamás visto en mis 38 años de vida universitaria?
Esto es realmente preocupante. Y surge en mí una duda razonable y metódica, inspirada en René Descartes. ¿Qué nos estará pasando? Pero veamos lo que dicen los especialistas respecto al miedo. El miedo simple y sencillamente es la reacción que se produce ante un peligro inminente. Su función es protegernos del peligro. Los humanos tenemos cableado un sistema de supervivencia que activa el mecanismo “pelea, escapa o paralízate” ante la presencia de una amenaza real o percibida.
¿Pero cuál podría ser ese peligro tan próximo?: acaso perder el puesto de trabajo, ser hostigado, calumniado, censurado, o inclusive segregado, o en buen panameño no estar más en la papa. Tal vez la invisibilidad de la virtualidad puede contribuir también a la incertidumbre ya reinante, producto de la crisis que vivimos y convertirse en un detonante para hacer aflorar ese miedo. Lo cierto es que resulta inadmisible, en un entorno de tan alto nivel académico e intelectual, percibir este terror entre la comunidad y debemos buscar la raíz de este.
Nuestro interés es que reflexionemos sobre este fenómeno perturbador y que tal vez, sin darnos cuenta hemos permitido que nos inunde y hasta permeé. ¿Será el temor para enfrentar nuestra verdad o realidad?
Definitivamente que al miedo no hay que huirle. Todo lo contrario: la única manera de superarlo es mirándolo a la cara y confiando en que somos capaces de superarlo. Para algunas corrientes filosóficas lidiar con el miedo es batallar con nuestros problemas de atención y con nuestra falta de amor. Quien se enfoca decididamente en el ahora y llena su alma de compasión, es decir preocupación y acción en bien de los demás, y en este caso particular, de las generaciones de profesionales del hoy y del mañana ávidas de ejemplos y modelos disruptivos, difícilmente será presa del temor.
Aún recuerdo el sinsabor que me dejó la famosa película estadounidense La raíz del miedo del director Gregory Hoblit , con el aclamado Richard Gere, que analicé con mis estudiantes de ética. No quisiera que mi alma mater se deje carcomer por el apego al tener que dibujó al flamante abogado de la película. Reflexionemos y luchemos contra el miedo a perder, que es una fuente o raíz del miedo, y qué podemos perder: poder, fama, dinero, estatus entre otros, aceptados como valores más importantes en nuestra sociedad. Trascendamos este temor, muy difícil de comprender por ser uno de los más fuertes, porque se convierte en un círculo vicioso.
Reflexionemos sobre esta actitud y hagamos acopio del coraje y valentía que nos ha caracterizado como comunidad universitaria. Si es miedo al poder de la autoridad, desafiémoslo con energía, triunfemos ante éste y la cobardía, atrevámonos a cortar con esa raíz y edifiquemos una universidad sin miedo a la libertad, haciendo una analogía del libro del psicólogo social Erich Fromm, y lidiemos con el temor al miedo con una visión más humana del presente que se proyecte hacia el futuro.
Finalizo resumiendo las sabias palabras de un escrito del Dr. Daisaku Ikeda, uno de los filósofos más influyentes del siglo XX que dice así: “desafíate a concretar tus sueños. Te convoco a que luches por tus sueños. Afronta el desafío. ¿A qué le temes, al ridículo? ¿al cambio? ¿a lo nuevo? Que el miedo no te inmovilice. Anímate a salir de tu confortable incomodidad. Hay algo mejor que este estado de tranquila desesperación. ¡Imagina qué quieres ser!”.
La autora es docente universitaria. Presidenta de Confiarp. Presidenta Honoraria de APREPPA